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lunes, 27 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 27, 2014

La postal de mi madre


“Su lámpara no se apaga de noche (…) Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua (…) Se levantan sus hijos y la llama bienaventurada (…) Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú las sobrepasas a todas”. Proverbios 31:18, 26-29.



Admiro a mi madre por sus virtudes e innumerables cualidades. Su gran fortaleza está en su devoción, su humildad y su dependencia de Dios. Sus oraciones me han acompañado a lo largo de mi vida.

Cuando mi padre me llevó a la Universidad Adventista del Plata para comenzar mi carrera de Medicina, mi madre me entregó una postal que me acompañó los siete años de mi carrera y conservo hasta hoy. La guardo en mi Biblia y dice de su puño y letra. “Cuando te sientas desvalida, cuando pienses que estás sola, recuerda que tienes una compañía silenciosa, que siempre te extiende sus brazos de amor, porque te ama de tal modo que dio su vida por ti. Tú sabes que él es Jesús, tu hermano mayor, tu amigo verdadero, tu fiel conso¬lador, la razón y el amor de tu vida. Querida Nayrita: Quiero que esta postal te acompañe durante toda tu carrera, para que tengas presente a Jesús en cada instante de tu vida”.

En momentos difíciles, lejos de casa, podía abrir mi Biblia y encontrar estas palabras de aliento de mi madre. Ellas me recordaban que tenía a Jesús a mi lado, escuchando mis problemas y sosteniéndome. Antes de rendir un examen final o una prueba difícil, llamaba por teléfono a mis padres y ellos oraban conmigo. Solo escuchar su oración me daba paz y podía estar segura de que Dios me acompañaría, me fuera bien o mal.

Las oraciones de mi madre me ayudaron a enfrentar mi lucha diaria de estudiante y de cristiana. Cuando defendí mi tesis, el último requisito de mi carrera, mis padres estuvieron presentes, y no faltaron las sencillas y poderosas oraciones de mi madre. No hice la carrera sola, mis padres, con sus oraciones, la hicieron conmigo. Y Dios cumplió su promesa de estar conmigo y fortalecerme cuando mis fuerzas se agotaban o mis conocimientos se esfumaban.

Amiga, el Señor siempre nos sustenta con la diestra de justicia, pero las oraciones intercesoras de nuestros padres son las que nos alientan y nos acercan a su trono de gracia.

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