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domingo, 26 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 26, 2014

Una madre valiente


“Mujer virtuosa ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Proverbios 31:10



Mi suegro murió cuando mi esposo tenía nueve años y el hermano mayor dieciséis. Al quedarse sola con dos hijos, mi suegra comenzó la lucha por obtener los medios para sostener su hogar y educara sus hijos. Obtuvo algo de dinero de unas propiedades que poseía, pero como era insuficiente decidió trabajar limpiando oficinas y casas para que sus hijos completaran su educación en colegios adventistas.

Mi esposo, que era el hijo menor, decidió estudiar Teología en otro país. Mi suegra solo tenía una parte de la beca anual que él necesitaba, pero lejos de desanimarse redobló los esfuerzos para conseguir el dinero.

Un día se arrodilló y con fe imploró a Dios por ayuda. Luego fue a limpiar las oficinas de la División Sudamericana, y la casa del tesorero, en Montevideo. Cuando la esposa del tesorero abrió la puerta, la miró y como si se le hubiera ocurrido una gran idea, le dijo: “¡Usted es la persona! Yo estaba orando porque tengo un dinero que alguien me envió para ayudar a un joven estudiante que lo necesite, y usted puede ser esa persona”. ¿No es grande la misericordia del Señor? Él tiene su oído atento a las madres qué suplican por sus hijos.

Mi suegra era una mujer valiente que se sacrificó y oró fervorosamente a Dios para cumplir el sueño de enviar a sus hijos a una institución adventista. Fue una mujer fiel al Señor, que luchó sola la mayor parte de su vida, pues la viudez la sorprendió cuando los hijos eran adolescentes. No tuvo a menos hacer cualquier trabajo honrado que le viniera a la mano para sacar adelante su hogar y sus hijos. Se arrodillaba cada día para encomendarse a Dios, entregar a sus hijos al cuidado divino y conseguir los medios para costearles una educación cristiana.

Mi suegra era una adventista fiel. Le gustaba dar estudios bíblicos y llevó más de cien personas a los pies del Señor. Ella hizo su parte y el Señor cumplió su promesa: sus hijos tuvieron una educación cristiana. El menor terminó Teología y se desempeñó como fiel siervo en la obra del Señor. Amiga, Dios no deja sin respuesta la oración de una madre consagrada a él.

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