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jueves, 23 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 23, 2014

El poder de una mente positiva


“El corazón alegre constituye buen remedio; más el espíritu triste seca los huesos”. Proverbios 17:27



Llegué a la consulta con mucho optimismo, pero al escuchar los resultados de labios de la ginecóloga, me afligí. Mi corazón latía violentamente. Tendría que posponer todos mis planes, aceptar mi situación y atender mi salud.

Durante los días previos a la cirugía descubrí que mi enfermedad podía llevarme al egocentrismo y la autoconmiseración. El solo pensarlo me aterrorizaba; si yo no actuaba para evitarlo podía entrar en depresión.

Entonces, clamé a Dios por ayuda. Le pedí que controlan mi mente y me ayudara a tener una actitud positiva y un corazón agradecido. A mis familiares y amigas les pedí que me acompañaran con sus oraciones. Sin embargo, entendí que había algo que yo debía hacer para que Dios respondiera mis súplicas y me diera una mente positiva. Lo encontré en Filipenses 4:8. Debía pensar en las cosas “justas, honestas, puras, amables y de buen nombre”, agradecer a Dios por mi enfermedad y alabar su santo nombre.

Para pensar de esta manera, más que nunca antes debía alimentar mi mente con la Palabra de Dios. Compuse una pequeña oración de entrega y esperanza usando unos pocos versículos del Salmo 119. Poco a poco la nube que parecía envolverme comenzó a disiparse dejando penetrar la luz del amor de Dios. Sin duda, las oraciones elevadas en mi favor estaban siendo contestadas.

A los pocos días, el miedo que me apretaba el corazón se transformó en paz y confianza, porque ese Dios que había abierto un camino en el mar y había cuidado de Israel en el desierto era también mi Dios y amante Padre.

Al momento de escribir estas líneas ya he tenido dos cirugías, pero no estoy abatida. Dios me está dotando de la capacidad de ser feliz, de reírme y vivir intensamente un día a la vez. Estoy convencida de que la Palabra de Dios tiene el poder de sanar nuestra mente y transformarnos en personas agradecidas y felices, sin importar las circunstancias que estemos viviendo.

Amiga, si estás pasando por una situación difícil alza tus ojos al cielo. Dios está allí. Él no te ha abandonado. Tal vez las nubes lo oculten, pero su oído está atento a tu clamor.

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