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lunes, 13 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 13, 2014

Dios me buscó (Parte I)


“Hay camino que parece derecho al hombre, Pero su fin es camino de muerte”. Proverbios 16:25



Nací en un hogar cristiano. A los 19 años, quería conocer al ser humano y su razón de vivir, para luego orientar a otros. Comencé entonces a buscar el camino para alcanzar mis objetivos. Decidí estudiar Psicología en la universidad estatal. Estaba deseosa de llenar mi mente y mi ser de conocimiento y sabiduría. Poco a poco, los profesores y compañeros de estudio fueron minando mi confianza y mi fe en Dios, hasta que negué su existencia.

La psicología que me enseñaban era humanista, estaba centrada en el hombre y tenía explicación hasta para mi necesidad espiritual. Me convencí de que la necesidad de un Dios no es más que la de un padre perfecto para aquellos que han tenido un problema con la imagen paterna en su infancia. Esta explicación me satisfizo al principio y como Saulo de Tarso, “demolía” con mi “sabiduría” a todo cristiano que se me pusiera enfrente.

Me sentía cada vez más vacía y en el segundo año de la carrera estuve a punto de abandonarla. No llenaba mis expectativas como creí en un principio, la visión que me presentaba del ser humano parecía muy limitada. Había abandonado a Dios, dándole la espalda, pero Dios no me abandonó, esperó el momento para llamar a la puerta de mi corazón.

Con mi espiritualidad herida y transitando un camino que me frustraba, el Espíritu Santo habló a mi corazón y me di cuenta de que solo Dios podía llenar el vacío que sentía. Caí de rodillas y oré: “Señor, sé que eres real, desde hoy eres parte de mi vida nuevamente”.

Fue una decisión personal y secreta. No la comenté con mis padres, ni amigos, ni colegas. Mi corazón halló alivio, nueva fuerza y el empuje necesario para terminar mi carrera. El camino por el cual había buscado conocer mejor al ser humano casi me lleva a perder mi alma. El Señor me rescató, y ahora sí uso esos conocimientos pasados por el filtro de la Palabra de Dios para orientar a otros.

Sí, amiga, “hay camino que al hombre parece recto, más su fin es camino de muerte”. Deja que Dios tome tu vida y te guíe por el camino que él crea mejor. Entrégate totalmente al Señor y él dará sentido a tu vida y a tu sed de conocimiento.

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