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domingo, 12 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 12, 2014

Dios escribe derecho sobre renglones torcidos


“Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos”. Salmos 40:2



Haciendo mi culto personal vino a mi mente el pasado. ¡Cómo Dios me rescató! Económicamente estábamos bien, trabajábamos los dos.
Habíamos comprado un auto y alquilábamos una linda casa. Nuestro hijo iba a una escuela privada. Aparentemente teníamos todo, pero en realidad no era así. Mi matrimonio estaba a punto de quebrarse.
Mi esposo y yo no hablábamos más. En mi cabeza había comenzado a ronda la idea del divorcio.

Una mañana llamó mi esposo contándome que había tenido un accidente Él solo tenía algunos golpes menores, pero el auto estaba destrozado. A los poco días, le comunicaron en la empresa donde trabajaba que, por ajustes, le reducirían el sueldo casi en un 25%. En pocos días nos pasaron tantas cosas que me sentí desfallecer.

Un domingo por la tarde, una voz en el teléfono preguntó por mi espose Cuando cortó me dijo que había aceptado que tomáramos estudios bíblico! “¿Qué!? -respondí dando un grito-. No, yo no, los vas a tomar tú solo. A mí n me metas en eso”.

Al domingo siguiente fue a visitarnos un matrimonio; parecían dos ángeles pero yo no quería saber nada. Igual me quedé escuchando. Poco a poco, Jesús empezó a obrar en mí, y mi actitud cambió. La relación con mi familia mejore El Señor transformó nuestras vidas y nosotros, agradecidos, desde un principio le fuimos fieles.

Mi esposo renunció a su trabajo para guardar el sábado y comenzó a colportar Al poco tiempo renuncié yo. Empezamos a asistir a la iglesia y nos bautizamos A mi esposo lo nombraron asistente de colportaje. Con el tiempo, Dios volvió llamarnos, esta vez para estudiar Teología en la Universidad Adventista del Plan que terminamos con mi esposo a fines de 2012, con 42 años.

Sin darme cuenta, mi vida estaba en un pozo de lodo que no me dejaba ve mi triste condición ni la verdadera realidad con Cristo. Dios “puso mis pies sobre peña”, esa peña segura que es Jesús. Quizás hoy te sientas en un pozo del cuál piensas que no puedes salir. Cree y confía que el único que puede sacarte es Jesús y acepta su ayuda.

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