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miércoles, 29 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 29, 2014

La explosión educativa


Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 2 Timoteo 3:15.



Podríamos decir que la década de 1890 fue la de la educación adventista. Comenzando con el reavivamiento de Minneápolis en 1888, pasando por el inicio de la reforma educativa en la convención de Harbor Springs en 1891, y terminando en el experimento Avondale y el movimiento de las escuelas primarias, la década de 1890 otorgaría un perfil educativo al adventismo por el resto de su estadía en la Tierra.

Y todavía no hemos hablado de la explosión misionera de la década de 1890, que llevó al adventismo y a su sistema educativo casi literalmente hasta cada rincón del globo. Tampoco hemos explorado el impacto del modelo Avondale en los colegios adventistas de otras partes del mundo.

Un pequeño aspecto de la influencia fue que la educación adventista de nivel secundario y superior se convirtió, mayormente, en un sistema rural. E. A. Sutherland y P. T. Magan, por ejemplo, transfirieron el Colegio de Battle Creek, de su campo restringido, a un “paraje remoto” de Berrien Springs, Míchigan, donde se convirtió en el Colegio Misionero Emanuel, en 1901. Además, los directores del Colegio Healdsburg trasladaron la institución, durante la primera parte del siglo XX, a la cima del monte Howell, donde se transformó en el Pacific Union College. Las instituciones no solo estaban aisladas de los problemas de la ciudad (como alumnos del Pacific Union College a comienzos de la década de 1960, bromeábamos que el colegio estaba ubicado a 16 kilómetros del pecado más cercano que se conozca.), sino también ambos fueron construidos en cientos de hectáreas de campo.

Y así ocurrió con la educación adventista en todo el mundo. Las repercusiones de Avondale nunca cesaron. Y debieron de haber tenido efectos secundarios interesantes. Como el aumento de la población ha expandido las ciudades y ha ejercido presión sobre los precios de los terrenos, los colegios adventistas del séptimo día a menudo se encuentran con propiedades de un valor incalculable, que nunca podrían aspirar a comprar en el mercado actual.

Dios ha guiado a su pueblo de una forma especial y única. Al evaluar los diversos aspectos del programa adventista alrededor del mundo, solo podemos alabar su Nombre por la conducción que nos ha dado en nuestra historia pasada. Ahora, debemos orar con el fin de poder tener la convicción y el coraje de seguir su dirección en la historia presente.

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