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lunes, 27 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 27, 2014

El surgimiento de las escuelas primarias adventistas -1


Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos. Deuteronomio 6:6, 7.



Uno de los avances más emocionantes de la educación adventista en la década de 1890 fue el movimiento de las escuelas primarias. Hasta mediados del decenio de 1890, los adventistas habían descuidado mayormente la educación primaria, salvo en las localidades donde tenían un instituto terciario o un colegio secundario. Esa diferencia cambiaría hacia el final de la década, y los adventistas desde entonces han mantenido un sólido sistema de escuelas primarias de iglesias locales.

La Asociación General había convocado, en 1887 y 1888, a comenzar con un sistema de escuelas primarias, pero no se había logrado nada con las resoluciones.

Sin embargo, en 1897 Elena de White desafió a la iglesia con una nueva demanda de escuelas primarias. La situación australiana la había alertado sobre el tema. “En algunos países”, afirmó, “la ley obliga a los padres a enviar sus hijos a la escuela. En esos países, se deberían establecer escuelas en las localidades donde haya iglesias, aun en el caso en que hubiera solo seis niños para asistir a cada una de ellas. Trabajad para impedir que vuestros hijos se ahoguen en las influencias viciosas y corruptoras del mundo.

“Estamos muy atrasados en el cumplimiento de nuestro deber en este importante asunto. En muchos lugares, hace años que deberían estar funcionando escuelas” (TI 6: 203).

Nuevamente, escribió: “Dondequiera que haya unos cuantos observadores del sábado, los padres deben unirse para habilitar un lugar destinado a una escuela de iglesia donde sus menores y los adolescentes puedan ser enseñados. Deben emplear a un maestro cristiano que, como consagrado misionero, eduque a los niños de manera que los encamine hacia la vocación misionera. Se deben contratar maestros que impartan una educación apropiada en los ramos comunes, haciendo de la Biblia el fundamento y el centro de todo estudio” (ibíd., p. 201).

Esas palabras resultaron ser unos de los consejos más importantes e influyentes de todo su largo ministerio. En los años siguientes, las iglesias adventistas alrededor del mundo establecieron escuelas, aunque tuviesen apenas cinco o seis niños para atender. La salvación y el futuro de ellos se convirtieron en el centro de atención del adventismo del séptimo día, cuando la iglesia se tomó en serio su responsabilidad evangélica de preparar a sus propios hijos para el Reino de Dios.

Desde esa perspectiva, la educación es evangelización. Esa es una revelación que no deberíamos pasar por alto.

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