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miércoles, 22 de octubre de 2014

Matutina de Adultos: Octubre 22, 2014

El bautismo de la educación adventista -2


El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Apocalipsis 3:22.



El Espíritu Santo tenía mucho para decir a la iglesia y a su programa educativo durante la década de 1890. No solo Elena de White, A. T. Jones y E. J. Waggoner estaban llevando el mensaje de Cristo y su justicia a las iglesias y a las reuniones campestres, sino también la Asociación General había establecido un instituto anual para pastores, en el que los ministros adventistas podían reunirse durante varias semanas por año para estudiar la Biblia y el plan de salvación.

Prescott, con energías renovadas, decidió hacer lo mismo por los educares de la iglesia en el verano de 1891 en Harbor Springs. Guillermo White describió las reuniones en términos de reavivamiento espiritual, y llamó la atención sobre el énfasis de los testimonios personales espontáneos. Observó que cada día comenzaba con exposiciones de Jones sobre el libro de Romanos. Elena de White también habló de esos temas referentes a la necesidad de una relación personal con Cristo, la necesidad de un reavivamiento espiritual entre los educadores que asistieron a la convención y la centralidad del mensaje de cristiano para la educación.

Prescott afirmó, en el Congreso de la Asociación General de 1893, que Harbor Spings había marcado el momento decisivo den la educación adventista. “Si bien el propósito general hasta ese momento”, señaló, había sido “tener un elemento religioso en nuestras escuelas, sin embargo, desde ese instituto, como nunca antes, nuestra obra ha sido práctica [y no teórica] sobre esa base, demostrándose en cursos de estudios y planes de trabajo como no lo había hecho anteriormente”

Antes de Harbor Springs, la enseñanza de la Biblia había tenido un lugar menor en la educación adventista. Sin embargo, la convención adoptó una recomendación que requería cuatro años de estudio de la Biblia para estudiantes de colegios adventistas. Específicamente, los delegados decidieron que “la Biblia en su totalidad debería estudiarse como el evangelio de Cristo de principio a fin”. La convención también recomendó la enseñanza de la historia desde a perspectiva de la cosmovisión bíblica.

Hay una lección secundaria de gran importancia, si pensamos en los cambios efectuados en la educación adventista en Harbor Springs. Y es que cuando realmente comprendemos la centralidad de Cristo en nuestras vida, eso afectará todo lo que hacemos como personas y como iglesia. Educativamente, si nuestra salvación depende de Cristo, sería mejor llegar a conocerlo.

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