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sábado, 6 de septiembre de 2014

Matutina de Menores: Septiembre 6, 2014

CAMPANAS Y MÁS CAMPANAS

 
«El Señor sabe librar de la prueba a los que viven entregados a él, y sabe tener a los malos bajo castigo para el día del juicio» (2 Pedro 2: 9).
 
 
Al otro día, mientras Guillermo iba en bicicleta a la escuela, las palabras de su abuelita resonaban en su mente: «Con mayor frecuencia las campa­nas están más en lo cierto que equivocadas. Si algo parece no estar bien, probablemente estará mal».

Los amigos de Guillermo no perdieron tiempo para decirle todo lo que se había perdido por no haber ido a la fiesta de Carlos. Cuanto más hablaban de la fiesta, peor se sentía Guillermo. «La abuelita y sus campanas», rezongaba.
 
—Lo mejor fue cuando Carlos comenzó a nadar detrás de Luisa y le desató el traje de baño —dijo Hasel, el más joven del grupo—. Luego tomó la pieza y nadó hasta el otro extremo de la piscina.
Carlos y sus amigos se reían a más no poder, recordando lo avergonzada que estaba aquella chica.
 
—Luego Carlos amarró el sostén a una pelota y comenzamos a pasárnosla.
 
—Pobre Luisa, debe de haberse sentido muy mal —comento Guillermo.
 
—Tranquilo… No seas sensiblero. Después de todo no le hicimos daño. Incluso más tarde la dejamos ganar «el concurso de tragos». Tendrías que ver las tonterías que habló después de beberse toda aquella sangría.
 
Guillermo sonrió internamente. La abuelita y sus necias campanadas. «¿Al­cohol en la fiesta de la piscina?», pensó.
 
—¿Qué dijeron tus padres cuando volvieron a casa? —preguntó Guillermo.
 
—No les dijimos nada. No somos tan estúpidos.
 
—Pues a mí sí me parece estúpido —musitó Guillermo mientras miraba su reloj—. Chicos, tengo que hacer una llamada.
 
Los amigos de Guillermo se quedaron mirándolo mientras él corría esca­leras arriba paira usar el teléfono. Al marcar el número de su casa, Guiller­mo se dijo: «No creo estar preparado para esa clase de fiestas, y creo que jamás lo estaré. ¡Gracias, abuelita!».

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