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lunes, 29 de septiembre de 2014

Matutina de Menores: Septiembre 29, 2014

EL GRAN DEBATE


«No hagas caso de discusiones que no tienen ton ni son; ya sabes que terminan en peleas. Y un siervo del Señor no debe andar en peleas; al contrario, debe ser bueno con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener paciencia» (2 Timoteo 2: 23, 24).



¿Cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler? ¡Qué pregunta tan tonta! ¿A quién le puede interesar eso? Bueno, en la Edad Media muchos dirigentes de la Iglesia expresaron con autoridad sus opiniones respecto a este tema. En realidad, los debates sobre temas que no tenían respuesta eran su principal medio de entretenimiento. Creo que a mi amigo Bert le habría gustado vivir en aquella época.

A Bert le encantan las discusiones. Cuanto más acaloradas son, más goza; hasta que llega un momento en que la batalla verbal se convierte en una ba­talla física. Si alguien dice que el cielo es azul, Bert dirá que es morado. Si dice que parece que va a llover, Bert tendrá una opinión más precisa. Bert lo sabe todo. Sabe cuál es la mejor marca de auto; cuál es el mejor equipo de fútbol, de baloncesto, de béisbol… De cualquier cosa que hables, él tendrá algo que opinar. A pesar de los ojos morados y de los golpes, Bert no ha aprendido cuándo callar y cuándo hablar; cuándo estar a favor de la verdad y cuándo encogerse de hombros, aceptando que el tema no es de importancia. Un pas­tor que yo conozco diría que Bert necesita aprender «el arte de actuar como un camaleón».

Dios espera que sus hijos respondan por sus creencias, sin importar lo que sus oponentes digan. Sin embargo, él también desea que nos llevemos bien con nuestros semejantes y que vivamos en paz. El Señor dijo que debemos amarnos mutuamente «como él nos ha amado». No desea que estemos dis­puestos a pelear en todo momento. De hecho, todo aquel que va por la vida buscando problemas, los encontrará. Unos estudios realizados en una uni­versidad revelaron que la gente que abriga sospechas, que es discutidora, o peleona, tiene un 40% más de probabilidad de morir antes que aquellos que son más tranquilos y están dispuestos a aceptar a los demás. Compadezco a todos los Berts de este mundo. No se sienten felices a menos que estén bus­cando problemas, y no entrarán al mundo venidero si no le piden a Jesús que los ayude a cambiar su actitud.

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