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lunes, 29 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 29, 2014

Benditas mudanzas


‘Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y  te bendeciré,  y  engrandeceré tu nombre, y serás bendición Génesis 12:1,2.



Corno matrimonio era nuestra  primera mudanza. La nueva ciudad distaba a unos 500 kilómetros al norte de donde estábamos Argentina. Yo no estaba muy convencida del traslado, así que mi tristezapronto se tradujo en lágrimas. Habré llorado mucho en el viaje tanto como para llamarle la atención al guarda del colectivo, quien preguntó por mi salud.

Pasaron un par de años hasta que yo me pude sentir bien en aquella ciudad.  El clima, las comidas, los mosquitos, la música y hasta la manera de hablar era diferentes. La adaptación me costó tiempo y esfuerzo. Esa fue la primera mudanza, después vinieron ocho más.

Ahora puedo decir que cada traslado me resultó una verdadera bendición Si bien hay muchas cosas que se pierden al cambiar de ciudad también hay que estar preparada para saber ganar muchas otras: amigos, recuerdos, experiencia y crecimiento personal, por citar algunas.

En las distintas iglesias donde trabajamos encontré a mi verdadera familia del cielo. Todas ellas fueron algo especial.

Detrás de todos esos felices recuerdos que llenan mi vida hay algo que me sorprende mucho y que deseo compartir contigo.

Soy docente. Desde soltera ejercí esta profesión que amo. Y, a pesar de tantos cambios, pude desarrollar mi vocación en numerosas instituciones educativas la mayoría de ellas del estado. Debo reconocer que no fue fácil, pero extrañamente el Señor tenía preparado para mí, en cada ciudad donde íbamos, un trabajo mejor que el anterior.

En estos momentos disfruto de la jubilación, y quiero dar testimonio de ‘protección y dirección divinas en cada uno de los años de trabajo. Los cambios y las mudanzas me costaron dolor y lágrimas, pero soy testigo de la constancia paciencia y fidelidad del Señor cuando yo me alejaba “de mi tierra y de mi parentela”. El cumplió su promesa: “Te bendeciré… y serás bendición”, y anhelo verlo pronto para agradecerle personalmente.

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