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lunes, 8 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 8, 2014

De la mano de Jesús

 

“Entonces clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
Los dirigió por camino derecho,
Para que viniesen a ciudad habitable.”. Salmos 107:6, 7

 
 
Un día, a la hora del almuer­zo, dije en la mesa que ren­diría el examen de ingreso para entrar en la Facultad de Educa­ción de la hoy Universidad Peruana Unión. En ese momento yo me esta­ba preparando para ser obstetra y aunque la noticia entristeció a mi madre, no se opuso.

Cuando llegó el día, rendí el examen y lo aprobé, pero… ¿con qué dinero iría a Lima? Mi padre se hizo el desentendido, mi madre me preguntaba una y mil veces si estaba segura de que deseaba salir de casa. Mi hermano Juan me dio sus ahorros para un cuarto y comida pero, ¿de dónde sacaría dinero para estudiar?
 
Viajamos a Lima varios jóvenes de mi iglesia. Fue un viaje largo y difícil. Quedamos varados cerca de una playa y hubo varias horas de demora, así que nos pusimos a cantar alabanzas a nuestro Dios. La gente nos miraba y se alegraba con nosotros. Llegamos tarde a Lima y decidimos no separarnos.
 
Fuimos a la Clínica Good Hope, en Miraflores, a pasar la noche. Una mujer, enviada por Dios, salía de la guardia y nos preguntó: “¿Qué hacen aquí?”. Le explicamos lo sucedido y nos dijo: “Vamos a casa, ustedes no están solos”. Sentimos una vez más que el amor y la protección de Dios se hacían realidad en nuestra vida.
 
Al día siguiente, agradecimos a aquella hermana y salimos rumbo a Ñaña. Una vez en la universidad, mis compañeros comenzaron su matriculación. Yo, sin un sol en mano, fui a hablar con el tesorero y le dije: “He venido a estudiar pero no tengo dinero”. Él se sonrió y me recordó que yo no le había dicho mi nombre ni de dónde venía. “Soy Rosa Llontop -agregué-, vengo de Chiclayo y quisiera trabajar para estudiar”. “Hoy has sido bendecida —me respondió- porque yo soy chiclayano y me apellido igual que tú. Ya mismo empiezas a trabajar”.
 
Amiga, Dios pone a hombres y mujeres como instrumentos para ayudarnos a concretar los sueños que deseamos alcanzar, especialmente si queremos poner esos sueños a su servicio. No temas al futuro, a menos que olvides lo que Dios ha hecho por ti en el pasado. Confía en el Padre eterno, real y amoroso que tenemos. El te “dirigirá por camino derecho”.

 

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