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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 24, 2014

La duda enoja a Dios


“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2Pedro 3:9.



Mi querida Beverly, víctima  del Síndrome de Down, a quien preparo semanalmente para recibir el bautismo, me esperaba en el salón rodeada de grabadora, radio, CD s, lapiceros, etcétera. Siempre me recibía con los brazos abiertos y algarabía, pero esa noche la encontré cabizbaja, con el rostro entre las manos, ofuscada y molesta. No quería trabajar. Le pregunté si se sentía bien, a lo que ella respondió que estaba muy enojada con su madre porque no confiaba en ella. Había desa­parecido un enorme arrollado relleno de la cocina, y la madre decía que Beverly se lo había comido.

-¿Cómo desapareció? -traté de razonar- ¿Quién podría haberse comido el arrollado si tú eras la única que estaba en casa?

Volvió a repetir que ella no se había comido el arrollado.

—Beverly —le dije—, ¿quién crees tú que se comió el arrollado que tu mamá preparó?

-Bueno, está bien. ¡Yo me lo comí!

-¿Por qué no le dijiste eso a tu mamá y le mentiste?

-Porque ella siempre desconfía de mí en todo. Ella debe aprender a confiar en mí y debe creer lo que yo le digo, pero como siempre desconfía, le mentí para que vea que las otras veces le dije la verdad.

-Entonces le vamos a escribir una tarjetita a tu mamá explicándole la situación y pidiéndole disculpas, ¿está bien?

Ella asintió aunque no sabe leer y solo dibuja las letras cuando le deletreo las palabras.

Sin saberlo, Beverly me recordó cuando Dios les reprochó a Moisés y Aarón por haber golpeado dos veces la peña: “Por cuanto no creísteis en mí” (Núm. 20:12). O cuando Dios le dijo que “subiera y tomara posesión” (Deut. 1:21) de Canaán, y Moisés mandó a doce espías para que vieran si esa tierra valía la pena. Tanto hirió e indignó a Dios la duda de Moisés, que fue Josué quien hizo entrar al pueblo a la tierra prometida. Moisés solo la vio de lejos.

Sin la ciencia de los teólogos, Beverly me hizo reflexionar en la gravedad de la duda. Cuando de la Palabra de Dios se trata no hay que dudar, sino creer firmemente. La Palabra de Dios es verdad y dudar de ella es pecado.

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