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domingo, 21 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 21, 2014

Solo en Jesús hay plenitud


“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo’’. 2 Corintios 5:17, 18.



Preparando un tema para el cul­to de oración del miércoles sen­tí la necesidad de compartir algo de la experiencia de caminar con Cris­to por la vida.

Estoy divorciada desde hace 21 años y tengo una hija de esa misma edad. Desde que llegué a la Iglesia Adventista mi vida de soledad cam­bió. No lamento mi situación porque lo mejor que me ha pasado, incluyendo a mi hija, es haber conocido a Cristo. Si algo me mantiene en pie en medio de las tormentas y luchas que debo enfrentar es la presencia diaria de Cristo en mi vida. Estoy segura de que sin él sucumbiría.

Cuando me bauticé viví una experiencia maravillosa, personal y muy íntima con Dios. No obstante, me faltaba algo. Al año siguiente fui elegida secretaria de la iglesia que frecuentaba. Sentí que había recibido un regalo. También me involucré en el espacio dedicado a la devoción personal, el año bíblico y la trans­cripción de la Biblia, proyectos del Ministerio de la Mujer.

Buscaba a Dios por todos los medios y asistía fielmente al Consejo de Maestros. Me di cuenta de que estaba entrando en un proceso de convivencia diaria con mi Maestro, y mi fe se alimentaba cada día. Encontré el secreto de una vida con sentido, con Dios en el corazón. Hacía mucho estaba buscando ese momento y el Señor me lo fue mostrando poco a poco para que yo disfrutara la felicidad de vivir con Cristo.

Hoy agradezco a Dios por este privilegio. Cristo Se ha convertido en mi mejor amigo. ¡Qué maravilla! El gozo invade mi alma. En cada prueba que enfrento recurro a él con toda confianza. A veces me siento impotente y le reclamo, otras me río o lloro, pero no puedo vivir sin la presencia y compañía de mi mejor amigo, Jesús.

Definitivamente, solo encuentro plenitud a los pies de la cruz. Dios es mi Creador y yo soy su criatura. Antes indefensa, débil, pecadora; ahora fortalecida y confiada, pero por sobre todo, su hija, su heredera.

Querida amiga, no camines más sola en esta vida. Ve a Jesús porque solo a su lado te sentirás completa.

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