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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 17, 2014

Volví a nacer


“Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare”. Salmo 102: 1,2.



Aquella tarde calurosa salimos para Santa Cruz de la Sierra, donde está la Misión del Oriente Boliviano. No recuerdo cómo sucedió el accidente, pero sé con total certeza que la medida del amor de Dios es inconmensurable.

Salimos de nuestra casa en San Ramón y visitamos las iglesias del distrito que quedaban en el camino, entregando materiales y recogiendo suscripciones para llevar a la misión. Esto es lo último que recuerdo… hasta que desperté en una clínica cuando estaba en el último día de terapia intensiva. No registré el accidente.

Tenía sed y mucho calor. No tenía idea de lo que había pasado aunque mi esposo me explicó que habíamos sufrido un accidente muy grave que nos despidió de la carretera después de dar nueve vueltas de campana. Quienes vieron el accidente pensaron que habíamos muerto. Mi esposo salió ileso y nos llevó de urgencia al hospital, pero a mí me trasladaron a otra clínica porque mi caso era muy delicado. Mi cabeza había sufrido un terrible golpe, lo que provocó coágulos de sangre que podían producir trombosis.

El impacto, a pesar de haber sido muy fuerte, no dañó ninguno de los nervios de la cabeza y la base del cráneo. Estoy segura de que Dios aseguró mi cabeza entre sus manos. Los neurólogos que me operaron no podían explicarse cómo mi cráneo, el encéfalo y la columna cervical habían sido protegidos en semejante golpe, y cuán rápida era mi recuperación. La cavidad que rodea al nervio auditivo estaba destrozada, sin embargo, el nervio estaba completamente sano y yo escuchaba perfectamente. No solo me recuperé del golpe sino que todos mis sentidos volvieron a la normalidad.

La única explicación es que Dios y sus ángeles estuvieron a mi lado y cuidaron de nosotros. Al momento de escribir este devocional he recuperado la movilidad y pronto espero hacer las mismas actividades de antes. Estoy muy agradecida a mi Padre celestial. Sé que podría haber muerto, pero Dios estaba ahí y seguirá estando hasta que regrese a buscarnos. ¿Existe mayor amor que este?

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