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lunes, 1 de septiembre de 2014

Matutina de la Mujer: Septiembre 1, 2014

Dios es mi amparo y fortaleza


“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Salmo 46:1.



01Tuve la dicha de nacer en el seno de un hogar adventista en Camaná, Arequipa, Perú. Sin duda, Dios me premió con los mejores padres que, desde pequeña, me enseñaron a amar a Dios y a vivir con la esperanza de heredar la vida eterna.

En mayo de 1997, mi vida se dio vuelta en un instante. Una tía me dijo llorando que mi papá había tenido un derrame cerebral y estaba internado en el hospital. Corrí a verlo y al notar su rostro desencajado no pude retener las lágrimas, que brotaron abundantemente. Él me miró y me dijo: “Tranquila, hija, no te preocupes. El miércoles me toca el tema en la iglesia, hazlo tú”. Esas fueron las últimas palabras que me dijo mi amado padre. Al día siguiente lo trasladamos a la ciudad de Arequipa, donde falleció. El 5 de junio, fecha de mi cumpleaños, se llevó a cabo su sepelio. Quedé muy acongojada, tanto que mis familiares y amigos no se animaron a desearme un “feliz cumpleaños”.

Sentir que había perdido a mi padre era el dolor más terrible que podía enfrentar. Pero no estaba sola. Dios estaba a mi lado para ayudarme a sobreponerme al vacío y la tristeza y seguir adelante. Fue duro para mí porque yo era la hija mayor, la que le transcribía sus sermones, la que muchas veces predicaba en la iglesia gracias a su apoyo y motivación; ambos estábamos muy unidos. Aún recuerdo su himno favorito, “Más cerca, oh Dios, de ti”, y el canto que entonábamos los viernes al recibir el sábado: “Allá en el cielo hay un hogar, una corona para heredar, si tú te duermes otro vendrá y tu corona heredará”.

Por la gracia de Dios, no he olvidado lo que aprendí de niña en mi hogar, y mantengo viva la esperanza de encontrarme con mi padre en la nueva Jerusalén. Mi mayor anhelo es ver reunida a mi familia en el cielo y morar juntos eternamente bajo el amoroso cuidado de nuestro Padre celestial.

Querida amiga, si estás pasando por una situación difícil, no te desanimes. Confía en el Señor, ten la seguridad de que él nunca te desamparará. Aunque estés pasando por el oscuro valle de la muerte, no temas, porque “Dios es tu amparo y fortaleza, tu pronto auxilio en las tribulaciones”.

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