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jueves, 18 de septiembre de 2014

Matutina de Adultos: Septiembre 18, 2014

¿Cómo consideraba Waggoner la salvación? -2


Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12, 13.



En el momento en que una persona acepta la justificación de Cristo mediante la fe, afirmaba Waggoner, esa persona llega a ser parte de la familia de Dios. “Observen”, escribió, “que es al ser justificados por gracia cuando somos hechos herederos [...]. La fe en Cristo Jesús nos hace hijos de Dios; por lo tanto, sabemos que todo el que ha sido justificado por la gracia de Dios –ha sido perdonado– es un heredero de Dios”.

Pero, la justificación y la adopción en la familia de Dios no son la suma total de la salvación, para Waggoner. Lejos de eso, “Dios no nos adopta como sus hijos porque somos buenos, sino para hacernos buenos”.

En el mismo momento en que Dios justifica y adopta a las personas en su familia celestial, las transforma en nuevas criaturas. Esas personas, añade Waggoner, no solo ya no están bajo condenación, sino también “ahora son nuevas criaturas en Cristo, y de allí en adelante deben caminar en novedad de vida, ya no ‘bajo la Ley’, sino ‘bajo la gracia’ ”. En el momento de la justificación, Dios da al pecador convertido “un corazón nuevo”. Así que, “es correcto decir que es salvo”.

Aquí es importante señalar que Waggoner a menudo hablaba de la justificación por fe y del nuevo nacimiento en el mismo contexto. Eso es bastante apropiado, ya que ocurren en el mismo momento. En otras palabras, en el momento en que una persona es justificada, también nace de nuevo por el Espíritu Santo. Así que, el ser considerados justos (ser justificados) y el cambio de naturaleza ocurren simultáneamente.

Como resultado, el ser considerados justos, según Waggoner, no es una ficción legal. Las personas justificadas piensan diferente y desean actuar en forma diferente, bajo la conducción de Dios. Pero, por supuesto, cuando caen y confiesan esa falta, la gracia de Dios está allí para perdonarlas de nuevo.

El ser adoptados en la familia de Dios, como personas que nacieron fuera de esa familia (ver Efe. 2:1-5), es una promesa maravillosa.

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