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martes, 5 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 5, 2014

Nuevos comienzos


Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová. Lamentaciones 3:40.



El período que va de 1885 a 1900 fue de muchos cambios radicales en la historia adventista. La iglesia enfrentaría cambios enormes en casi cada aspecto de su identidad. Tanto es así que, para comienzos del nuevo siglo, parecía otra cosa, y no lo que había sido antes.

A la cabeza de la lista estaba el gran cambio de fondo de la teología adventista que finalmente emanó del Congreso de la Asociación General de Minneápolis, Minnesota, en 1888. Motivó un llamado a una predicación más cristocéntrica, puso a Cristo como el punto focal de la predicación adventista como nunca antes y llevó a un énfasis en la salvación por la gracia mediante la fe, que la iglesia llegó a ver como justificación por la fe. El énfasis anterior en la Ley no desapareció, sino que fue reorientado para ocupar su lugar correcto en el plan de salvación.

El nuevo enfoque en Cristo y en su justicia también vio surgir nuevas personalidades al frente del adventismo. De especial importancia fueron Alonzo T. Jones, Ellet J. Waggoner y W. W. Prescott. Jones y Waggoner llegaron a ser los predicadores adventistas más destacados en la década de 1890, y dominaron, por ejemplo, el púlpito en cada uno de los seis congresos de la Asociación General entre 1889 y 1899. Y, para fines de la década, Jones sería el editor de la Review and Herald, uno de los puestos más influyentes de la iglesia en ese entonces.

La década de 1890 también fue testigo del comienzo de una transformación en las creencias adventistas acerca de la Deidad. Al fin y al cabo, cada vez que empezamos a hablar de la salvación a través de Cristo, tenemos que tener un Salvador y un Espíritu Santo adecuados para la tarea.

Junto con la reforma en la teología adventista, habría una explosión en el programa misionero de la iglesia, que finalmente la enviaría a “toda” nación. En 1900, la Iglesia Adventista del Séptimo Día verdaderamente era mundial.

Otro aspecto del enorme cambio fue el educativo. La reforma teológica y la explosión misionera llevaron a la transformación del sistema educativo de la iglesia, en su orientación y en su importancia relativa en ella.

El cambio pudo haber sido doloroso, como descubrieron algunos. Pero, también era esencial.

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