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miércoles, 20 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 20, 2014

Elena de White trata de equilibrar las cosas


Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5.



Elena de White estaba cada vez más preocupada por su iglesia y hacia dónde esta se dirigía. Expuso algunos de sus pensamientos y temores en una carta dirigida a Jones y a Waggoner el 18 de febrero de 1887. “Hay peligro de que nuestros ministros se ocupen demasiado de las doctrinas, predicando demasiados discursos acerca de temas debatidos, cuando su propio ser necesita de la piedad práctica [...]. Las maravillas de la redención se consideran muy livianamente. Necesitamos que estos temas sean presentados más plena y continuamente [...]. Hay peligro de que los discursos y los artículos sean como la ofrenda de Caín: sin Cristo” (Carta 37, 1887).

Parte de su carta era un reprimenda para Jones y Waggoner por hacer públicas varias cuestiones en un tiempo de crisis, y por cierto acerca de sus rasgos de carácter indeseables. Ambos hombres respondieron de forma positiva, y humildemente se disculparon por sus faltas públicas y privadas.

Una copia de la carta que reconvenía a Jones y a Waggoner fue enviada a Butler. Enfervorizado por su contenido, erróneamente la interpretó como una confirmación de su postura sobre la Ley. En su euforia, escribió a Elena de White que en realidad había llegado a “amar” a esos dos jóvenes, y señaló que sentía pena por ellos. “Siempre me compadezco de los que sufren un chasco fuerte”. A pesar de su “compasión”, Butler publicó jubilosamente un artículo agresivo en la Review del 22 de marzo, promocionando su postura sobre las dos leyes.

Por decirlo de alguna manera, el uso que Butler hizo de la carta a Jones y a Waggoner molestó a la señora de White. El 5 de abril de 1887, lanzó una carta a Butler y a Smith, afirmando que la única razón por la cual les envió una copia de su carta a los hombres más jóvenes era que ellos necesitaban seguir las mismas advertencias en cuanto a hacer públicas las desavenencias. Pero, ahora que Butler había vuelto a abrir la batalla públicamente, era justo dar una oportunidad a Waggoner de presentar su postura.

Cuando Elena de White comenzó a ver los problemas con mayor claridad, se volvió más agresiva hacia los métodos prepotentes de los dirigentes de la Asociación General. “Debemos trabajar como cristianos”, escribió. Siempre rindiéndonos a la verdad bíblica, “queremos llenarnos de la plenitud de Dios, y tener la mansedumbre y la humildad de Cristo” (Carta 13, 1887).

Eso necesitamos cada uno de nosotros todavía.

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