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domingo, 24 de agosto de 2014

El Desafío de Roma: ¿Por qué los Protestantes guardan el Domingo?

El Desafío de Roma a los
Protestantes
 

El Desafío de Roma—Porque los Protestantes guardan el
Domingo??
 

La mayoría de Cristianos asumen que el Domingo es el día bíblico aprobado para
adorar. La Iglesia Católica Romana reclama esto, que por cierto, no lo es. La Iglesia
Católica Romana por si misma y sin ninguna autoridad Escritural de parte de Dios,
transfirió la adoración Cristiana del día de reposo Bíblico (Sábado) al Domingo y, tratar de
argumentar que el cambio fue hecho en la Biblia, es no solo deshonesto sino una negación de
la autoridad Católica. Si el Protestantismo quiere basar sus enseñanzas únicamente en la
Biblia, deberían adorar en Sábado.


Hace más de 100 años el Espejo Católico liberó una serie de artículos discutiendo el
derecho de las iglesias Protestantes para adorar en Domingo—exponiendo su reclamación
que el Nuevo Testamento enseñó que el guardar el Domingo era falso. Los artículos
expresaron que, a menos que uno estuviera deseoso de aceptar la autoridad de la Iglesia
Católica para designar un día de adoración, el Cristiano debería observar el Sábado, el
verdadero día de reposo Cristiano, como el Antiguo y Nuevo testamento enseñan. Estos
artículos son presentados aquí en su totalidad.

Para propósitos de referencia, aquí hay enlaces a los versículos citados en el artículo
abajo.

Versículos del Nuevo Testamento relacionados a la
reunión de los apóstoles el “primer día de la
semana”

1. Lucas 24:33-40
    o Juan 20:19
2. Juan 20:26-29
3. Hechos 2:1
4. Hechos 20:6-7
    o Hechos 2:46
5. 1era Coríntios 16:1-2
    o Hechos 18:4

Todas las referencias del Nuevo Testamento al
“día del Señor”

1. Hechos 2:20
2. 1era Coríntios 1:8
3. 1era Coríntios 5:5
4. 2 Coríntios 1:13-14
5. Filipenses 1:6
6. Filipenses 1:10
7. 2da Pedro 3:10
8. 2da Pedro 3:12
9. Apocalipsis 1:10


FEBRERO 24, 1893, La Conferencia General de los Adventistas del Séptimo día
adoptaron ciertas resoluciones apelando al gobierno y a la gente de los Estados Unidos acerca
de la decisión de la corte Suprema que declaró que esta es una nación Cristiana, y acerca de la
acción del Congreso que legisló sobre el asunto de religión, y protestó contra el principio y
todas las consecuencias de la misma. En Marzo de 1893, la Asociación Internacional para la
Libertad Religiosa imprimió estas resoluciones en una hoja propagandística llamada
Apelación y Amonestación. Al recibir una de estas, el editor del Espejo Católico de Baltimore,
Maryland, publicó una serie de cuatro editoriales, las cuales aparecieron en ese periódico en
Septiembre 2, 9, 16 y 23 de 1893. El Espejo Católico fue el órgano oficial del Cardenalicio y
el Papado en los Estados Unidos.

Estos artículos, por lo tanto, a pesar de no haber sido escritos por la propia mano del
2 Cardenal, aparecieron bajo su sanción oficial, como una expresión del Papado al
Protestantismo, una demanda de que los Protestantes le rendirán cuentas al Papado de porque
ellos guardan el Domingo y también como lo hacen.

El siguiente articulo (excepto las notas en corchetes y encabezados de sección para
fácil lectura y los dos apéndices [internos]) es una reimpresión de éstas editoriales, incluyendo
el titulo en la página 2.

[Del Espejo Católico de Sept 2,1893; página 8]

EL SÁBADO CRISTIANO

EL HIJO GENUINO DE LA UNION DEL ESPIRITU SANTO Y SU ESPOSA LA IGLESIA
CATOLICA. LAS RECLAMACIONES DEL PROTESTANTISMO AL RESPECTO
PROBADAS SER SIN FUNDAMENTO, AUTO CONTRADICTORIAS Y SUICIDAS.

Nuestra atención fue llamada la semana pasada al asunto mencionado arriba cuando
recibimos un panfleto de veinte páginas, publicado por la Asociación Internacional para la
Libertad Religiosa, llamado “Apelación y Amonestación”, conteniendo resoluciones adoptadas por
la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día (Feb 24, 1893). Las resoluciones
critican y censuran, con mucha acerbidad, la acción del congreso de los Estados Unidos, y de la
Corte Suprema, de invadir los derechos de la gente cerrando la Feria Mundial el Domingo.

Los Adventistas son el único cuerpo Cristiano con la Biblia como su maestra, quienes no
pueden encontrar ninguna advertencia en sus páginas para el cambio de día del séptimo al primero.
De aquí su apelativo, “Adventistas del Séptimo Día”. Su principio cardinal consiste en apartar el
Sábado para exclusiva adoración a Dios, en conformidad con el mandamiento de Dios mismo,
repetidamente reiterado en el Sagrado Libro del Antiguo y Nuevo Testamento, literalmente
obedecido por los hijos de Israel por cientos de años hasta este día, y respaldado por las
enseñanzas y practicas del Hijo de Dios mientras estuvo en la tierra.

Por el contrario, los Protestantes del mundo excepto los Adventistas, con la misma Biblia
como su única e infalible maestra, por sus practicas desde que apareció en el siglo dieciséis, con la
practica a lo largo del tiempo de la gente Judía delante de sus ojos, han rechazado el día señalado
para la adoración a Dios y asumido, en aparente contradicción a Su mandamiento, un día para Su
adoración nunca, ni una sola vez, referido para ese propósito en las paginas de ese Sagrado
Volumen.

¿Que púlpito Protestante no exclama casi cada Domingo ruidosas proclamaciones en
contra de la violación del día de Reposo [Domingo Católico]? ¿Quien puede olvidar el fanático
clamor de los ministros Protestantes a lo largo y ancho de la tierra en contra de abrir las puertas de
la Feria Mundial el Domingo? Las cientos de peticiones firmadas por millones, para salvar el Día
del Señor de profanación? Seguramente, tal emoción general y extendida y tan ruidosa
amonestación no podría haber existido sin el fundamento mas fuerte para tan animada protesta.

Y cuando fueron asignados espacios en la Feria Mundial a varias sectas Protestantes para
la exhibición de artículos, quien puede olvidar las expresiones enfáticas de conciente indignación
virtuosa exhibida por nuestros hermanos los Presbiterianos, tan pronto como ellos supieron de la
decisión de la Corte Suprema de no interferir en la apertura dominical? Los periódicos nos
informaron que ellos categóricamente rehusaron utilizar el espacio acordado para ellos, o abrir sus
espacios, demandando el derecho a retirar los artículos, en rígida adherencia a sus principios, y así
declinar todo contacto con la sacrílega Exhibición quebrantadora del día de Reposo.

Sin duda, nuestros hermanos Calvinistas merecieron y compartieron la simpatía de todas
las otras sectas, quienes, sin embargo, perdieron la oportunidad de posar como mártires en
vindicación de la observancia del sábado.

Ellos así llegaron a ser un “espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres”, a pesar
de que sus hermanos Protestantes, quienes fallaron en compartir el monopolio, fueron poco
caritativos y envidiosos, dispuestos a atribuir su constante adherencia a los principios religiosos al
orgullo Farisaico y tenaz obstinación.

Nuestro propósito con este artículo es dar una luz sobre este importantísimo tema
(porque si la pregunta del día de Reposo fuera removida del púlpito Protestante, las sectas se
sentirían perdidas, y los predicadores serían privados de su “Queso Cheshire”) para que
nuestros lectores sean capaces de comprender el asunto en todo sentido y así tener una
convicción clara.

El mundo Cristiano esta, moralmente hablando, unido en el asunto y práctica de
adoración a Dios en el primer día de la semana.

Los Israelitas, esparcidos sobre toda la tierra, guardan el último día de la semana como
santo para la adoración de la Deidad. En este particular, los Adventistas del Séptimo Día (una
secta de Cristianos, numéricamente pocos) han también seleccionado el mismo día.

Ambos, Israelitas y Adventistas apelan a la Biblia por el mandamiento divino,
persistentemente obligando a la observancia estricta del Sábado.

Los Israelitas respetan la autoridad del Antiguo Testamento solamente, pero el
Adventista, quien es Cristiano, acepta el Nuevo Testamento con el mismo fundamento que el
Antiguo: como un registro inspirado también. El encuentra que la Biblia, su maestra, es
consistente en ambas partes, que El Redentor, durante Su vida mortal, nunca guardó ningún
otro día sino el Sábado. Los Evangelios claramente evidencian este aspecto, mientras que en
las páginas de los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y Apocalipsis, no hay vestigio
alguno que cancele la observancia del Sábado.

Los Adventistas, así mismo, al igual que los Israelitas, derivan su creencia a partir del
Antiguo Testamento, cuya posición es confirmada por el Nuevo Testamento, endorsado
totalmente por la vida y práctica del Redentor y Sus Apóstoles y las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras por casi un siglo de la era Cristiana.

Considerado numéricamente, los Adventistas del Séptimo Día forman una porción
insignificante de la población Protestante de la tierra, pero como la cuestión no es de números sino
de verdad y rectitud, un sentido estricto de justicia prohíbe la condenación de esta pequeña secta
sin una calmada e imparcial investigación; este no es el funeral de ninguno de nosotros.

El mundo protestante ha estado desde su infancia, en el Siglo XVI, en total acuerdo
con la Iglesia Católica al guardar “santo” no el Sábado sino el Domingo. La discusión de los
fundamentos que llevan a esta unanimidad de sentimiento y practica por mas de 300 años,
debe ayudar a ubicar al Protestantismo sobre bases sólidas en este particular, si los
argumentos a favor de esta posición superan aquellos dados por los Israelitas y Adventistas;
la Biblia, la única reconocida como maestra de ambos litigantes, sea el arbitro y testigo. No
obstante, si por el contrario, con los argumentos proporcionados, incontrovertibles para las
grandes masas de Protestantes, ambos litigantes apelan a su maestra común, la Biblia; al gran
cuerpo de Protestantes que claman vigorosamente el estricto cumplimiento del Domingo no
les queda de otra [recurso] que admitir que ellos han estado enseñando y practicando por mas
de 300 años lo que es Escrituralmente falso mediante la adopción de la enseñanza y práctica
de lo que ellos han siempre pretendido creer una iglesia apóstata, contraria a cada advertencia
y enseñanza de la Sagrada Escritura. Para adicionar a la intensidad de este imperdonable
error Escritural, esto involucra uno de los mas seguros y enfáticos mandamientos de Dios a
Su siervo, el hombre: “Recuerda el día sábado para santificarlo”.

Ningún Protestante viviendo hoy día a obedecido nunca este mandamiento,
prefiriendo seguir a la iglesia apostata que a su maestra la Biblia, la cual, desde Génesis hasta
Apocalipsis, no enseña ninguna otra doctrina, si los Israelitas y Adventistas del Séptimo día
están en lo correcto. Ambos lados apelan a la Biblia como su “infalible” maestra. Dejemos a
la Biblia el decidir si es el Sábado o el Domingo el día ordenado por Dios. Una de las dos
partes debe estar equivocada, y, si una posición falsa sobre este importante asunto envuelve
terribles castigos, amenazados por Dios mismo, contra el trasgresor de este “pacto perpetuo”,
nosotros entraremos en la discusión de los argumentos manejados por ambas partes.
La discusión de este monumental asunto no esta mas allá de la capacidad de mentes
ordinarias, ni tampoco envuelve un estudio extraordinario. Esto se resuelve por si mismo al
hacer unas pocas preguntas básicas de fácil respuesta:

1. ¿Cual es el día de la semana que la Biblia ordena ser guardado como santo?

2. ¿Ha el Nuevo Testamento modificado por precepto o por practica el
mandamiento original?

3. ¿Han los Protestantes, desde el Siglo XVI, obedecido el mandamiento de Dios
guardando como santo el día ordenado por su infalible guía y maestra, la
Biblia? Y si no, ¿porque no?

A las tres preguntas de arriba nosotros prometemos suministrar muchas respuestas
inteligentes, las cuales no pueden fallar en vindicar la verdad y sostener la
deformidad del error.

[Del Espejo Católico de Sept 9,1893]

“Pero la fe, la fe fanática, aferrada rápidamente a algunas queridas falsedades, la abraza hasta
el final” —Moore.

Conforme a nuestra promesa en nuestra última edición, procedemos a desenmascarar uno
de los más flagrantes errores y una de las más imperdonables contradicciones de la regla Bíblica de
fe. Sin embargo, por temor a ser mal entendidos, consideramos necesario sentar precedente de que
el Protestantismo reconoce no tener otra regla de fe, ni maestra, salvo la "infalible Biblia." Así
como el Católico cede su juicio en asuntos implícitamente espirituales, con una confianza ciega, a
la voz de su iglesia, así también, el Protestante no reconoce a ningún otro maestro sino a la Biblia.
Toda su espiritualidad se deriva de sus enseñanzas. Es para el la voz de Dios dirigiéndolo a través
de su única e inspirada maestra. Esta personifica su religión, su fe, y su práctica.

En el lenguaje de Chillingworth: "La Biblia, toda la Biblia, y nada más que la Biblia, es la religión de los
Protestantes," es sólo una forma de la misma idea convertible en otras, tales como "el Libro de
Dios", “el Convenio de Nuestra Salvación", "el Oráculo de Nuestra Fe Cristiana.", "El Libro del
Texto de Dios para la humanidad," etc. Es entonces, un hecho incontrovertible que solamente la
Biblia es la maestra de la Cristiandad Protestante. Asumiendo este hecho, procederemos ahora a
discutir el asunto envuelto en nuestra última edición.

Reconociendo lo que es innegable, el hecho de una directa contradicción entre la
enseñanza y la práctica de la Cristiandad Protestante— exceptuando a los Adventistas del Séptimo
día— por un lado, y a la gente Judía por otro lado, ambos observando diferentes días de la semana
para la adoración a Dios, procederemos a tomar el testimonio de la única maestra en común para
ambos reclamantes, la Biblia. La primera expresión con la que entramos en contacto en la Sagrada
Palabra, se encuentra en Génesis 2:2: "Y en el séptimo día El [Dios] descansó de todo su trabajo
que había hecho." La siguiente referencia a este asunto se encuentra en Éxodo 20, donde Dios
ordenó que el séptimo día sea guardado, porque Él mismo había descansado del trabajo de la
creación en ese día; y el sagrado texto nos informa que por esa razón El deseó que se guardara, en
las siguientes palabras: "Por tanto, el Señor bendijo el séptimo día y lo santificó." (1) Leemos otra
vez, en el capítulo 31, versículo 15: "Seis días harás trabajo; más el día séptimo es día de Reposo,
el descanso santo para el Señor;" Versículo 16: "Es un pacto eterno,” “y una señal perpetua,"
"porque en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra, y en el séptimo cesó de trabajar"

El Sábado siempre ha sido el día de Reposo.
En el Antiguo Testamento, la referencia al día de Reposo es hecha ciento veintiséis veces,
y todos estos textos concuerdan armoniosamente en expresar la voluntad de Dios, ordenando que
el séptimo día sea guardado, porque Dios mismo lo guardó primero, haciéndolo obligatorio para
todos como "un pacto perpetuo." No podemos imaginarnos a alguien suficientemente insensato
que cuestione la identidad del Sábado con el día de Reposo o el séptimo día, viendo que la gente
de Israel ha estado guardando el Sábado desde la dación de la ley, desde el 2,514 a.C. hasta 1893
d.C., un período de 3383 años. Con el ejemplo de los Israelitas ante nuestros ojos hoy, no hay
mejor hecho histórico establecido que el referido; a saber, que la gente escogida de Dios, los
guardianes del Antiguo Testamento, los vivos representantes de la única religión divina hasta
ahora, hayan por un período de 1490 años previos a la Cristiandad, preservado la práctica semanal,
la tradición viva de la correcta interpretación del especial día de la semana, el Sábado, para ser
guardado "santo al Señor," cuya tradición la han extendido por su práctica a un período adicional
de 1893 años más, cubriendo así la completa extensión de la Ley Cristiana. Consideramos
necesario ser perfectamente claros en este punto, por razones que aparecerán mas claras más
adelante. La Biblia—el Antiguo Testamento—confirmado por la viva tradición de una práctica
semanal por 3383 años por la gente escogida de Dios, enseña entonces, con absoluta certeza, que
Dios mismo había señalado el día para ser "guardado santo para él, "—que el día era el Sábado, y
que cualquier infracción de ese mandato era castigable con la muerte. "Guarda mi día de Reposo,
porque santo es a ti; el que lo profanare, de cierto morirá; cualquiera que hiciere trabajo
alguno en él, su alma perecerá en medio de su pueblo." Éxodo 31:14.

Es imposible imaginar una penalidad más severa que esa tan solemnemente dicha por el
mismo Dios en el texto anterior, sobre todos los que infringen un mandamiento mencionado no
menos de ciento veintiséis veces en el Antiguo Testamento. Los diez mandamientos del Antiguo
Testamento son inicialmente impresos en la memoria del hijo del Cristiano Bíblico tan pronto
como es posible, pero no hay ningún otro entre los diez que sea más enfáticamente familiar, en
ambos, en la escuela dominical y en el púlpito, que el de guardar "santo" el día de Reposo.

Habiéndonos asegurado con absoluta certeza de la voluntad de Dios en lo que atañe al día
a ser guardado santo, de su Sagrada Palabra, porque él descansó en ese día, cuyo día nos es
confirmado por la práctica de Su gente escogida por miles de años, nosotros estamos naturalmente
inducidos a preguntar cuando y donde Dios cambió el día de su adoración; porque es patente al
mundo que un cambio de día ha sucedido, y puesto que ninguna indicación de tal cambio puede
ser encontrado dentro de las páginas del Antiguo Testamento, ni en la práctica de la gente Judía
que continúa por cerca de diecinueve siglos de Cristiandad obedeciendo el mandato escrito,
debemos mirar al exponente de la Ley Cristiana; a saber.., el Nuevo Testamento, en búsqueda de
un mandato de Dios cancelando el antiguo día de Reposo, el Sábado.

Nos acercamos ahora a un período que cubre un poco mas de diecinueve siglos, y
procedemos a investigar si el adicional divino maestro —el Nuevo Testamento—contiene un
decreto cancelando el mandato de la antigua ley, y, al mismo tiempo, sustituye el divinamente
instituido día de Reposo de la antigua ley, a saber, el Sábado, por otro día; puesto que el Sábado
era el día guardado y ordenado a ser guardado por Dios, la única autoridad divina, quien bajo la
forma de un decreto cancelatorio podía abolir el pacto del Sábado, y otro mandato divino,
designando por nombre otro día a ser guardado "santo," en lugar del Sábado, es igualmente
necesario para satisfacer la conciencia del Cristiano creyente. Siendo la Biblia la única maestra
reconocida por el Cristiano Bíblico, el Antiguo Testamento falla en indicar un cambio de día, y
mas aún otro día en lugar del Sábado a ser guardado "santo" por el mundo Bíblico, es sin duda
pertinente para el Cristiano reformado encontrar en las páginas del Nuevo Testamento el nuevo
decreto divino que revoca el Sábado y lo sustituye con el Domingo, guardado por los Bíblicos
desde los inicios de la Reforma.

Examinando críticamente el Nuevo Testamento de cubierta a cubierta, encontramos que el
día de Reposo es mencionado sesenta y un veces. Encontramos también, que el Salvador escogió
invariablemente el día de Reposo (Sábado) para enseñar en las sinagogas y hacer milagros. Los
cuatro Evangelios se refieren al día de Reposo (Sábado) cincuenta y un veces.

En una ocasión, el Redentor se refiere asimismo como "el Señor del día de Reposo," tal
como es mencionado por Mateo y Lucas(2) pero, durante todo el registro de su vida, mientras
invariablemente guardaba y utilizaba el día (Sábado), nunca insinuó ni una sola vez el deseo de
cambiarlo. Sus apóstoles y amigos personales nos proporcionan un asombroso ejemplo de su
escrupulosa observancia, después de la muerte de Jesús, y, mientras Su cuerpo estaba aún en la
tumba, (Lucas 23:56) nos informa: "Y ellos volvieron y prepararon especias y ungüentos, y
descansaron el día de Reposo, conforme al mandamiento…pero en el primer día de la
semana, muy temprano en la mañana, ellos vinieron, trayendo las especias que habían
preparado.” Las "especias" y los "ungüentos" habían sido preparados en la tarde del Viernes
Santo, porque "el día de Reposo estaba por comenzar" (Versículo 54.) Esta acción por parte de los
amigos personales del Salvador prueba más allá de toda contradicción que después de Su muerte
ellos guardaron "santo" el Sábado, y consideraron el Domingo como cualquier otro día de la
semana. ¿Puede algo, por lo tanto, ser más contundente que los apóstoles y las santas mujeres
nunca conocieron otro día de Reposo sino el Sábado, hasta el día de la muerte de Cristo?

Acerquemos ahora la investigación de este interesante asunto a los siguientes treinta años,
tal como es narrado por el evangelista, San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles. Seguramente
algún vestigio del acto de cancelación puede ser descubierto en la práctica de los apóstoles durante
ese prolongado período.

Pero, ¡ay! estamos una vez más condenados a la desilusión. Nueve(3) veces encontramos
que el día de Reposo es mencionado en Hechos, pero es el Sábado (el antiguo día de Reposo). Si
nuestros lectores quieren la prueba, los remitimos al capítulo y versículo en cada ocasión. Hechos
13:14, 27, 42, 44. Una vez más, Hechos 15:21; otra vez, Hechos 16:13; 17:2; 18:4. "Y él (Pablo)
hablaba en la sinagoga cada día de Reposo, y persuadía a los Judíos y a los Griegos." ¡¡¡He
aquí el día de Reposo (Sábado) desde Génesis hasta Apocalipsis!!! Por lo tanto, es imposible
encontrar en el Nuevo Testamento la más ligera intromisión por el Salvador o Sus apóstoles con el
original día de Reposo, sino por el contrario, un total consentimiento en el acuerdo original; ni, un
endorso plenario por Él, mientras vivió, sino una invariable y activa participación en la
observación de ese día y no de [ningún] otro por los apóstoles, por treinta años después de Su
muerte, como los Hechos de los Apóstoles nos han testificado abundantemente.

De aquí en adelante la conclusión es inevitable; a saber, que de aquellos que siguen la
Biblia como su guía, los Israelitas y los Adventistas del Séptimo día, tienen el peso exclusivo de la
evidencia de su lado, mientras que el Protestante Bíblico no tiene una sola palabra de auto—
defensa para la sustitución del Sábado por el Domingo.

[Del Espejo Católico de Sept. 16, 1893.]

Cuando su majestad Satanás, quien fue “un asesino desde el principio” “y el padre de
mentiras”, se propuso abrir los ojos de nuestra primera madre, Eva, estimulando su ambición,
“Ustedes serán como dioses, conociendo el bien y el mal,” su acción fue sólo el primero de
muchos plausibles y exitosos esfuerzos empleados mas tarde en la seducción de millones de
sus hijos. Como Eva, ellos se dan cuenta demasiado tarde, ¡ay!, del valor de los incentivos
usados para distraer a sus débiles hijos de la obediencia a Dios. Tampoco el tema de esta
discusión constituye una excepción de las usuales tácticas de su oscura majestad.

Más de tres siglos han pasado desde que él plausiblemente presentó a un gran número de
descontentos y ambiciosos Cristianos, la brillante perspectiva de la exitosa inauguración de una
"nueva salida " para abandonar la Iglesia instituida por el Hijo de Dios como su maestro, y el
levantamiento de un nuevo maestro — la Biblia únicamente — como su nuevo y experimentado
oráculo.

La sagacidad del diablo previó el brillante éxito de esta maniobra. El resultado no se quedó
corto de sus más sanguinarias expectativas.

Un espíritu bravo y aventurero era lo único que se necesitaba para encabezar la
expedición. Su satánica majestad pronto encontró en el apóstata monje, Lutero, quien declara
repetidamente la cercana familiaridad que existió entre su maestro y él mismo en su obra
"Conversaciones de Mesa," y en otras obras publicadas en 1558 en Wittenberg, bajo la inspección
de Melanchthon. Sus coloquios con Satanás en varias ocasiones son testificadas por el mismo
Lutero — un testigo digno de toda credibilidad. Lo que a través de la serpiente se propuso tan
efectivamente obtener en el jardín, lo logró a través de Lutero en el mundo Cristiano(4)

“Déles un piloto a su flota errante
Intrépido en su arte, y preparado para engañar;
Cuyas venturosas manos desviará su timón
A costas hostiles, o ‘los sumergirá en la marea’."

Como el fin planeado por el diablo durante su trayectoria en la Iglesia de Cristo era la
destrucción de la Cristiandad, nosotros estamos ahora comprometidos a discernir los medios
adoptados por él para asegurar su éxito allí. Hasta el momento han sido encontrados, errados, autocontradictorios, y falaces. Ahora procederemos con la profunda investigación de esta impostura.

Habiendo probado que el Redentor, en ninguna ocasión durante el período de su vida, se
había desviado de la fiel observancia del día de Reposo (Sábado), mencionado por los cuatro
evangelistas cincuenta y un veces, aun cuando El se había autoproclamado "Señor del día de
Reposo," nunca ni una vez, por mandato ni por práctica, insinuó un deseo de su parte de cambiar
ese día para sustituirlo por otro; habiendo llamado especial atención a la conducta de los apóstoles
y de las santas mujeres, que la misma noche de su muerte, aseguraron de antemano especias y
ungüentos para ser usados en el embalsamamiento de su cuerpo la mañana después del día de
Reposo (Sábado), como tan claramente nos informa San Lucas (Lucas 24:1), poniendo con eso
aun mas, la acción divina y la voluntad del Hijo de Dios durante su vida al guardar el día de
Reposo inquebrantablemente; y habiendo llamado la atención a la acción de sus vivos
representantes después de su muerte, como lo ha probado San Lucas; habiendo puesto también
ante nuestros lectores el indiscutible hecho de que los apóstoles en los siguientes treinta años
(Hechos) nunca se desviaron de la práctica de su divino Maestro en este particular, como San
Lucas (Hechos 18:4) nos asegura: "Y él [Pablo] hablaba en las sinagogas cada día de Reposo
[Sábado], y persuadía a los Judíos y a los Griegos." Los Gentiles convertidos fueron, como
vemos en el texto, igualmente instruidos con los Judíos, a guardar el Sábado, habiendo sido
convertidos a la Cristiandad en ese día, "los Judíos y los Griegos" colectivamente.

Habiendo también llamado la atención a los textos de Hechos, manteniendo el exclusivo
uso del día de Reposo por los Judíos y los Cristianos por treinta años después de la muerte del
Salvador como el único día de la semana observado por Cristo y Sus apóstoles, cuyo período
agota el registro inspirado, procedemos ahora a suplementar nuestras pruebas de que el día de
Reposo (Sábado) gozó de este exclusivo privilegio, llamando la atención a cada ocasión donde el
registro sagrado se refiere al primer día de la semana.

Referencias al Domingo después de la Resurrección de Cristo
La primera referencia al domingo después de la resurrección de Cristo es encontrada en el
Evangelio de San Lucas, capítulo 24, versículo. 33-40, y San Juan 20:19.

Los textos mencionados arriba se refieren al único motivo de esta reunión de parte de los
apóstoles. Se realizó el día de la resurrección (Domingo de Pascua) [de acuerdo a la tradición
Católica], no con el propósito de inaugurar "la nueva partida" del antiguo día de Reposo (Sábado)
guardando "santo" el nuevo día, porque no existe ninguna insinuación dada de oración, de
exhortación, ni de la lectura de las Escrituras, sino que esto indica la desmoralización total de los
apóstoles informando a la humanidad que ellos estuvieron juntos y apiñados en esa habitación en
Jerusalén "por temor a los Judíos," como Juan, citado arriba, claramente nos informa.

La segunda referencia al Domingo es encontrada en el Evangelio de San Juan, capítulo 20,
v. 26-29: "Y después de ocho días, los discípulos estaban otra vez reunidos y Tomás con
ellos." El resucitado Redentor se valió de esta reunión de todos los apóstoles para confundir la
incredulidad de Tomás, quien había estado ausente de la reunión la noche del domingo de Pascua.
Esto le habría propiciado una valiosa oportunidad al Redentor para cambiar el día en presencia de
todos Sus apóstoles, pero expresamos el simple hecho que, en esta ocasión, como en el día de
Pascua, ninguna palabra es dicha de oración, de alabanza, ni de la lectura de las Escrituras.
La tercera ocasión en los registros, donde los apóstoles estuvieron reunidos el Domingo, es
encontrada en Hechos 2:1: "Los apóstoles estaban todos en acuerdo unánime en un lugar." (La
Fiesta de Pentecostés—Domingo). Ahora, ¿proporcionará este texto a nuestros hermanos Bíblico-
Cristianos un vestigio de esperanza de que el Domingo finalmente sustituye al Sábado? Pero
cuando les informemos que los Judíos habían estado guardando este Domingo por 1500 años, y lo
han estado observando por dieciocho siglos después del establecimiento de la Cristiandad, al
mismo tiempo guardando el Sábado semanal, no van a encontrar ni consuelo ni conforte en este
texto. Pentecostés es el quintuagésimo día después de la Pascua, la cual fue llamada el día de
Reposo de las semanas, consistiendo de siete semanas de siete días; y el día después de
completarse el séptimo día de Reposo semanal, que fue el día principal de toda la fiesta,
necesariamente es un Domingo. [La cuenta para Pentecostés no comienza con el día de la Pascua,
este comienza con el primer día de la semana durante la Fiesta de Panes sin levadura, haciendo que
Pentecostés siempre caiga en día Domingo] ¿Qué Israelita no desdeñaría la causa que lo llevaría a
descubrir el origen de la observación del primer día de la semana en su fiesta de Pentecostés, que
ha sido observada por él anualmente por más de 3,000 años? ¿Quién sino el Cristiano Bíblico,
llevado a la pared por un pretexto para justificar, su sacrílega profanación del día de Reposo,
guardado siempre por Cristo y Sus apóstoles, hubiera recurrido a la fiesta Judía de Pentecostés
como un acto de rebelión contra su Dios y su maestra, la Biblia?

Una vez mas, los apologistas Bíblicos por el cambio del día llaman nuestra atención
al libro de Hechos, capítulo 20, versos 6 y 7: “Y el primer día de la semana, cuando los
discípulos se reunían a partir el pan,” etc. Aparentemente, el texto anterior debería
proporcionar algún consuelo a nuestros contrariados amigos Bíblicos, pero siendo un
Marplot, nosotros no podemos permitirles a ellos aun éste poco de consuelo. Les
respondemos con el axioma: “Quod probat nimis, probat nihil”—“El que prueba demasiado,
no prueba nada.” Llamemos la atención al mismo Hechos 2:46: “Y ellos, continuando
diariamente en el templo, y partiendo el pan de casa en casa,” etc. ¿Quién no ve a simple
vista que el texto producido para probar la exclusiva prerrogativa del Domingo, desaparece
en el aire—un ignis fatuus—cuando es colocado en yuxtaposición con el verso 46 del mismo
capitulo? Lo que los Cristianos Bíblicos reclaman por este texto para el Domingo solamente,
la misma autoridad San Lucas, nos informa que era común para cada día de la semana: “Y
ellos continuando diariamente en el templo, y partiendo el pan de casa en casa.”

Un texto más se presenta, aparentemente inclinándose a una sustitución del Sábado
por el Domingo. Este es tomado de San Pablo, en primera de Corintios 16:1, 2:
“Ahora referente a la colecta para los santos,” “En el primer día de la semana, cada uno de
ustedes ponga aparte algo,” etc. Presumiendo que el requerimiento de San Pablo había sido
estrictamente atendido, pongamos atención a lo que había sido hecho cada Sábado durante la
vida del Salvador y continuado por treinta años después, como el libro de Hechos nos
informa.

Los seguidores del Maestro se reunían “cada día de Reposo” para escuchar la
Palabra de Dios; las Escrituras eran leídas “cada día de Reposo.” “Y Pablo, como era su
costumbre hablaba en la sinagoga cada día de Reposo, declarando el nombre del Señor
Jesucristo,” etc. Hechos 18:4. ¿Que conclusión mas absurda al inferir que leer las
Escrituras, orar, exhortar, y predicar los cuales eran los deberes rutinarios de cada Sábado,
como ha sido abundantemente probado, fuera malinterpretado por un requerimiento de tomar
una colecta en algún otro día de la semana?

Para apreciar completamente el valor del texto que estamos considerando, solo es
necesario recordar la acción de los apóstoles y las santas mujeres el Viernes Santo antes de la
puesta del sol. Ellos trajeron especias y ungüentos después que El fue bajado de la cruz; ellos
suspendieron toda acción hasta que el Día del Reposo “Santo para el Señor” hubiera pasado,
y luego el Domingo en la mañana continuaron con los pasos para completar el proceso de
embalsamiento del cuerpo sagrado de Jesús. ¿Porqué, nos preguntamos, ellos no procedieron a completar el trabajo de embalsamiento el Sábado?—Porque ellos sabían bien que embalsamar el cuerpo sagrado de su Maestro interferiría con la observancia estricta del Día de Reposo, cuya observancia era suprema; y
hasta que pudiera ser demostrado que el Día de Reposo inmediatamente precediendo el
Domingo de nuestro texto no había sido observado (lo cual sería falso, puesto que cada Día de
Reposo había sido guardado), el requerimiento de San Pablo para hacer la colecta un Domingo
seria clasificado con el trabajo de embalsamiento del cuerpo de Cristo, el cual no podía ser
efectuado en el Día de Reposo, y fue consecuentemente diferido para el siguiente día
conveniente; a saber, Domingo, o el primer día de la semana.

Habiendo revisado cada texto que se encuentra en el Nuevo Testamento referente al
Día de Reposo (Sábado), y el primer día de la semana (Domingo); y habiendo demostrado de
manera concluyente a partir de éstos textos, que, hasta ahora, ninguna sombra de pretexto
puede ser encontrada en el Volumen Sagrado para la sustitución bíblica del Sábado por el
Domingo; solo nos queda por investigar el significado de las expresión “Día del Señor” que
se encuentran en el Nuevo Testamento, lo cual nosotros nos proponemos hacer en nuestro
siguiente artículo, y concluir con observaciones de las incongruencias de un sistema de
religión del cual habremos demostrado ser insostenible, auto contradictorio y suicida.

[Del Espejo Católico de Sept. 23, 1893]

“Parándose en muletas de tamaños desiguales,
Una pierna en un soporte verdadero, una en uno mentiroso,
Así avanza furtivamente con paso difícil,
Seguro de nada mas que de perder la carrera.”

En el presente artículo nos proponemos investigar cuidadosamente una nueva (y
última) clase de prueba asumida para convencer al Cristiano Bíblico que Dios había
sustituido el Sábado por Domingo para Su adoración en la nueva ley, y que la voluntad
divina se encuentra registrada por el Espíritu Santo en las escrituras apostólicas.

Nosotros estamos informados que este cambio radical ha encontrado expresión,
repetidamente, en una serie de textos en los cuales la expresión, “el día del Señor” es
encontrada.

La clase de textos en el Nuevo Testamento bajo el titulo “Día de Reposo,” llegan a
sesenta y uno en los Evangelios, Hechos de los Apóstoles y las Epístolas; y la segunda clase,
en la cual “el primer día de la semana,” o Domingo, habiendo sido examinado críticamente
(la última clase llega a nueve); y habiendo sido encontrado que no proporcionan el más
mínimo indicio para un cambio de voluntad de parte de Dios para Su día de adoración por el
hombre, nosotros ahora procedemos a examinar la tercera y última clase de textos confiables
para salvar el sistema Bíblico de la acusación de buscar encajar en el mundo, en el nombre de
Dios, un decreto por el cual no hay la mas mínima garantía o autoridad de su maestra, la
Biblia.

El primer texto de esta clase es encontrado en Hechos de los Apóstoles 2:20: “El sol
se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que el grande y notable día del
Señor venga.” ¿Cuántos Domingos han pasado desde que ésta profecía fue dicha? Mucho
esfuerzo para pervertir el significado del sagrado texto del día del juicio a Domingo!
El segundo texto de esta clase es encontrado en 1 Corintios 1:8: “quien también os
confirmará hasta el fin, para que puedas estar sin culpa en el día de nuestro Señor
Jesucristo.”¿Qué simplón no ve que el apóstol aquí claramente indica el día del juicio? El
siguiente texto de ésta clase que se presenta así mismo es encontrado en la misma Epístola,
capítulo 5:5: “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, para que el
espíritu pueda ser salvo en el día del Señor Jesús.” El Corintio incestuoso era, por
supuesto, salvado en el siguiente Domingo!! Que lamentable tan grande improvisación como
ésta! El cuarto texto, 2 Corintios. 1:13,14: “y confío que las reconocerás aun hasta el fin,
aun como tu también eres el nuestro en el día del Señor Jesús.”
¿Domingo o el día del juicio, cual? El quinto texto es de San Pablo a los Filipenses,
capítulo 1, versículo 6: “estando confiado de esto, que el que ha comenzado una buena
obra en ustedes, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Las buenas personas de
Filipo, al alcanzar la perfección en el Domingo siguiente, podrían darse el lujo de reírse de
nuestro moderno y rápido transito!

Les rogamos nos permitan presentar nuestro sexto texto de la clase; a saber,
Filipenses, capítulo primero, versículo diez: “que puedas ser sincero sin ofensa hasta el día
de Cristo.” Ese día era el Domingo siguiente, por cierto! No mucho tiempo que esperar
después de todo. El séptimo texto, 2 Pedro 3:10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón
en la noche.” La aplicación de este texto al Domingo, pasa los límites de lo absurdo.
El octavo texto, 2 Pedro 3:12: “Esperando y apresurándonos para la venida del
día del Señor, en el cual los cielos estando en fuego, serán disueltos,” etc. Este día del
Señor es el mismo mencionado en el texto anterior, la aplicación en ambos del próximo
Domingo habría dejado al mundo Cristiano insomne durante la noche del siguiente Sábado.
Hemos presentado a nuestros lectores ocho de los nueve textos usados para apoyar
por medio del texto de las Escrituras, el sacrílego esfuerzo de cambiar el “Día del Señor” por
Domingo, y, ¿con qué resultado?. Cada uno aporta evidencia prima facie del último día,
refiriéndose a éste directa, absoluta e inequívocamente.

El noveno texto en donde encontramos la expresión “el día del Señor,” es el último
encontrado en los escritos apostólicos. Apocalipsis o Revelación, capítulo 1:10, lo
proporciona en las siguiente palabras de Juan: “Yo estaba en el Espíritu en el día del
Señor”; pero este texto no proporcionará más consuelo a nuestros amigos Bíblicos que sus
predecesores de la misma serie. ¿Ha San Juan usado la expresión previamente en su
Evangelio o Epístolas?—Enfáticamente, NO. ¿Ha él tenido ocasión de referirse al Domingo
hasta ahora?—Si, dos veces. ¿Cómo designó al Domingo en éstas ocasiones? El Domingo de
Pascua fue llamado por él (Juan 20:1) “el primer día de la semana.”
Nuevamente, en el capítulo veinte, versículo diecinueve: “Ahora cuando era tarde
ese mismo día, siendo el primer día de la semana,” Evidentemente, aunque inspirado, en su
Evangelio y Epístolas, el llamó al Domingo “el primer día de la semana.” ¿Porqué motivo,
entonces, puede asumirse que él suprimió esta designación? ¿Estaba él mas inspirado cuando
escribió el Apocalipsis, o ¿adoptó un nuevo título para el Domingo, porque era ahora de
moda? Una respuesta a éstas preguntas estaría mas allá de lo requerido especialmente para la
última, viendo que la misma expresión había ya sido usada ocho veces por San Lucas, San
Pablo y San Pedro, todos bajo inspiración divina, y seguramente el Espíritu Santo no
inspiraría a San Juan para llamar el Domingo como el día del Señor, mientras que El inspiró a
San Lucas, San Pablo y San Pedro, colectivamente, para llamar el día del juicio “día del
Señor.” Los dialécticos cuentan entre los infalibles motivos de certeza, el motivo moral de
analogía o inducción por el cual nosotros estamos habilitados a concluir con certeza de lo
conocido a lo desconocido; siendo absolutamente cierto el significado de una expresión que
puede tener solo el mismo significado cuando se pronunció la novena vez, especialmente
cuando nosotros sabemos que en las nueve ocasiones las expresiones fueron inspiradas por el
Espíritu Santo.

Tampoco quieren probar los más fuertes motivos intrínsecos, que este texto, como
sus textos similares, contienen el mismo significado. San Juan (en Apocalipsis 1:10) dice
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”; pero el nos da la clave para ésta expresión,
en el capítulo cuatro, versículos primero y segundo: “Después de esto miré, y he aquí una
puerta abierta en el cielo.” Una voz le dijo a él: “Ven acá arriba, y yo te mostraré las
cosas que deben ser después de estas.” Ascendamos en espíritu con Juan. A dónde?—a
través de esta “puerta en el cielo,” al cielo. Y ¿qué vemos?—“Las cosas que deben ser
después de estas,” capítulo cuatro, versículo uno. El ascendió en espíritu al cielo. Se le
ordenó escribir completamente su visión de lo que se llevará a cabo antecedente a, y
concomitantemente con, “el día del Señor,” o el día del juicio; la expresión “día del Señor” se
limita en la Escritura para el día del juicio exclusivamente.

Hemos estudiado y recolectado con la precisión del Nuevo Testamento toda prueba
disponible que podría ser aducida en favor de una ley que cancela el día de Reposo de la antigua
ley, o una substituyendo otro día para la aplicación Cristiana. Hemos sido cuidadosos al hacer las
distinciones arriba mencionadas, a menos que pueda ser expuesto que el tercer mandamiento(6) fue
abrogado bajo la nueva ley. Cualquier petición ha sido anulada por la acción de los obispos
Episcopales Metodistas en su pastoral de 1874, y mencionado por el New York Herald de la
misma fecha, con el siguiente tenor: "El día de Reposo instituido en el principio y confirmado una
y otra vez por Moisés y los profetas, nunca ha sido abrogado. Ni una parte de la ley moral, ni una
pizca de su santidad ha sido abolida." El pronunciamiento oficial anterior ha comprometido a un
gran número de Cristianos Bíblicos a la permanencia del tercer mandamiento bajo la nueva ley.Una vez más llamamos la atención especial de nuestros lectores al vigésimo de "los treinta y nueve artículos de religión" del Libro de Oración Común: "No es lícito para la iglesia ordenar algo que sea opuesto a la palabra de Dios escrita."

(6): En la enumeración Católica de Éxodo 20 en sus catecismos, el mandamiento
del día de Reposo es el tercero de los diez mandamientos.]

CONCLUSION

Hemos, en esta serie de artículos, puesto mucho esmero para instruir a nuestros lectores y
prepararlos al presentarles un número de hechos innegables encontrados en la palabra de Dios y
llegar a una conclusión absolutamente irrefutable. Cuando el sistema Bíblico puso una
comparecencia en el siglo dieciséis, no sólo confiscó las posesiones temporales de la Iglesia, sino
en su vandálica cruzada destituyó a la Cristiandad, tan lejos como pudo, de todos los sacramentos
instituidos por su Fundador, del sacrificio santo. etc., reteniendo nada mas que la Biblia, cuyos
exponentes la pronunciaron como su única maestra de doctrina y morales Cristianas. El principal
entre sus artículos de creencia fue, y es hoy día, la permanente necesidad de mantener santo el día
de Reposo [Domingo Católico]. En realidad, ha sido durante los últimos 300 años, el único
artículo de la creencia Cristiana en que ha habido un consenso plenario de representantes Bíblicos.
La observación del día de Reposo constituye el todo y la sustancia de la teoría Bíblica. Los
púlpitos resuenan semanalmente con incesantes diatribas contra la relajada manera de guardar el
día de Reposo [Domingo Católico] en los países Católicos, en contraste con el apropiado y autosatisfactorio
modo Cristiano de observar el día en los países Bíblicos. ¿Quién puede olvidarse de la
virtuosa indignación manifestada por los predicadores Bíblicos a lo largo y ancho de nuestro país,
desde cada púlpito Protestante, en tanto que aún no estaba decidido; y quien no sabe hoy, que una
secta, para marcar su santa indignación en la decisión, nunca ha abierto las cajas que contenían sus
artículos en la Feria Mundial?

Estos cristianos supremamente buenos y llenos de unción, al estudiar detenidamente su
Biblia, pueden encontrar su contraparte en cierta clase de gente no muy buena [los escribas y
Fariseos] que en los días del Redentor, lo persiguieron noche y día, lo afligieron más de lo normal,
y estaban escandalizados más allá de la tolerancia, porque él no observaba el día de Reposo
[séptimo día] en la manera incorrecta como ellos lo hacían.

Ellos lo odiaron por usar el sentido común en referencia al día, y El no encontró epítetos suficientemente expresivos de Su supremo desprecio por el orgullo Farisaico de ellos. Y es muy probable que la mente divina no haya modificado sus puntos de vista hoy día ante el clamor de sus seguidores y simpatizantes al final del siglo diecinueve. Pero cuando añadimos a todo esto el hecho de que mientras los Fariseos de tiempos antiguos guardaron el verdadero día de reposo, nuestros modernos Fariseos, contando con la credulidad y sencillez de sus víctimas, no han guardado ni una vez en sus vidas el verdadero día de reposo el cual su divino Maestro guardó hasta Su día de muerte, y el cual Sus apóstoles guardaron, siguiendo Su
ejemplo, por treinta años, de acuerdo al registro Sagrado.

La mas evidente contradicción, implicando un deliberado y sacrílego rechazo de un muy claro precepto, es presentada a nosotros hoy día en la acción del mundo Cristiano Bíblico. La Biblia y el día de Reposo
[Domingo Católico] constituyen el lema del Protestantismo; pero hemos demostrado que la
Biblia está en contra de su día de reposo [Domingo Protestante]. Hemos demostrado que no
ha existido mayor contradicción que su teoría y práctica. Hemos probado que ni sus ancestros
Bíblicos ni ellos mismos han guardado por lo menos un día de reposo en sus vidas.
Los Israelitas y los Adventistas del Séptimo día [y las iglesias de Dios que guardan el
día de reposo] son testigos de la semanal profanación por parte de los Protestantes del día
nombrado repetidas veces por Dios, y mientras ellos han ignorado y condenado su maestra, la
Biblia, han adoptado un día guardado por la Iglesia Católica. ¿Qué Protestante puede,
después de leer éstos artículos, con una clara conciencia, continuar desobedeciendo el
mandato de Dios, que ordena que el Sábado sea guardado, como lo manda su maestra, la
Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, como registro de la voluntad de Dios?

La historia del mundo no puede presentar un espécimen negligente más estúpido y
auto-ridiculizante de principios que éste. ¡La maestra demanda enfáticamente en cada página
que la ley del día de reposo sea observada cada semana, por todos los que la reconocen como
“la única maestra infalible,” mientras que los discípulos de la maestra no han observado el
divino precepto ni una sola vez en mas de trescientos [ahora cuatrocientos] años! Aquella
inmensa concurrencia de Cristianos Bíblicos, los Metodistas, han declarado que el día de
reposo nunca ha sido abrogado, mientras que los seguidores de la Iglesia de Inglaterra, junto
con su hija, la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, están comprometidas por el vigésimo
artículo de religión, ya citado, a la ordenanza que la Iglesia no puede lícitamente ordenar
nada “contrario a la palabra escrita de Dios.” La palabra escrita de Dios impone Su
adoración para ser observado el Sábado, absoluta, repetida, y muy enfáticamente, con una
clara amenaza de muerte para quien desobedezca. Todas las sectas Bíblicas ocupan la misma
posición auto-ridiculizante la cual ninguna explicación puede modificar, mucho menos
justificar. ¡Cuan verdaderas se aplican las palabras del Espíritu Santo a esta deplorable situación!
"Iniquitas mentita est sibi"—"La Iniquidad se ha mentido así misma." Proponiendo seguir sólo la
Biblia como maestra, así ante el mundo, la única maestra es ignominiosamente dejada de lado, y
la enseñanza y práctica de la Iglesia Católica— "la madre de las abominaciones," cuando se
acomoda a sus propósitos para designarla a ella—[lo ha] adoptado, a pesar de las más terribles
amenazas pronunciadas por el mismo Dios contra aquellos que desobedecen el mandato,
"Recuerda mantener santo el día de Reposo."

Antes cerrar esta serie de artículos, queremos llamar una vez más la atención de nuestros
lectores a nuestro título introductorio a saber, 1. El día de Reposo Cristiano, es el hijo genuino de la unión del Espíritu Santo con su esposa la Iglesia Católica. 2. Las`reclamaciones del Protestantismo probadas ser sin fundamento, auto-contradictorias, y suicidas.

La primera proposición necesita una pequeña prueba. La Iglesia Católica por más de mil
años antes de la existencia de un Protestante, por virtud de su divina misión, cambió el día Sábado
al Domingo. Decimos por virtud de su divina misión, porque quien se llamó a si mismo "Señor del
día de Reposo," la dotó con Su propio poder para enseñar, "él que te escucha, me escucha"; ordeno
a todo aquel que cree en El al oírla, bajo pena de ser colocado junto al "pagano y el publicano;" y
prometió estar con ella hasta el fin del mundo. Ella sostiene su titulo como maestra dada por El—
un titulo tan infalible como perpetuo [lo cual es una mentira]. El mundo Protestante en sus inicios
encontró el día de Reposo Cristiano [Domingo Católico] tan fuertemente atrincherado como para
ir contra su existencia; fue por lo tanto puesto bajo consentimiento del acuerdo, insinuando así el
derecho de la Iglesia [Católica] de cambiar el día, por más de trescientos años [ahora
cuatrocientos]. El día de Reposo Cristiano [Domingo Católico] es por lo tanto hasta hoy día, el
hijo reconocido de la Iglesia Católica como esposa del Espíritu Santo, sin una palabra de protesta
del mundo Protestante.

Sin embargo, permítanos ahora dar una mirada a nuestra segunda proposición, con la
Biblia como la única maestra y guía en la fe y la moral. Esta maestra prohíbe enfáticamente
cualquier cambio en el día por razones primordiales. El mandamiento llama por un "pacto
perpetuo." El día ordenado a ser guardado por la maestra nunca ha sido observado ni una sola vez,
desarrollando por lo tanto una apostasía desde un principio rígido supuesto, auto-contradictoria,
auto-ridiculizante, y consecuentemente tan suicida como está dentro del poder del idioma
expresarlo. Tampoco los límites de la desmoralización son aún alcanzados. Lejos de ello. Su
pretexto para dejar la protección de la Iglesia Católica fue la apostasía de la verdad como es
enseñada en la palabra escrita. Ellos adoptaron la palabra escrita como su única maestra, lo cual
no hicieron mas rápido de lo que la abandonaron, como estos artículos han probado
abundantemente; y por una tergiversación tan premeditada como errónea, ellos aceptan la
enseñanza de la Iglesia Católica en directa oposición a la pura, invariable y constante enseñanza de
su única maestra en la más esencial doctrina de su religión, con lo que enfatizan la situación en lo
que puede ser acertadamente designada como "una burla, un engaño y una trampa."

[NOTA DEL EDITOR] — Fue sobre este mismo punto que la Reforma fue condenada por el Concilio de Trento. Los Reformistas habían acusado constantemente, como aquí lo hemos expresado, que la Iglesia Católica había apostatado de la verdad contenida en la palabra escrita. "La palabra escrita," "La Biblia y sólo la Biblia," "Así dice el Señor," fueron sus constantes consignas; y "La Escritura, como la palabra escrita, el único estándar de autoridad," fue la plataforma proclamada de la Reforma y del Protestantismo. “La
Escritura y la tradición”, “La Biblia como es interpretada por la Iglesia y de acuerdo al unánime
consentimiento de los Padres," era la posición y la proclamación de la Iglesia Católica. Este fue el
tema principal en el Concilio de Trento, el cual fue llamado especialmente para considerar las
preguntas que habían surgido y habían forzado la atención de Europa por los Reformistas.
La primera pregunta con respecto a la fe que fue considerada por el concilio fue la
pregunta implicada en este tema. Había un poderoso grupo aún de Católicos dentro del concilio,
quienes estaban a favor de abandonar la tradición y adoptar sólo las Escrituras, como el estándar
de autoridad. Esta opinión fue tan decididamente mantenida en los debates del concilio, que los
delegados del Papa en realidad le escribieron que había "una fuerte tendencia de dejar totalmente
de lado la tradición y adoptar la Escritura como el único estándar de autoridad." Pero para hacer
esto había que ir evidentemente por un camino muy largo hacia la justificación de las
reclamaciones de los Protestantes. Por esta crisis se había desarrollado sobre la porción ultra-
Católica del concilio, la tarea de convencer a los otros que la "Escritura y la tradición" era el único
terreno seguro sobre el cual pararse. Si esto se lograba, el concilio podía ser obligado a emitir un
decreto condenando la Reforma, de lo contrario no. El tema se debatió día tras día hasta que el
concilio fue llevado imparcialmente a un estancamiento. Finalmente, después de un largo e intenso
esfuerzo mental, el Arzobispo de Reggio vino al concilio con el siguiente argumento sustancial
para el grupo que se inclinaba por sólo la Escritura:

"Los protestantes proclaman basarse sólo en la palabra escrita. Ellos profesan tener sólo la
Escritura como el estándar de fe. Ellos justifican su rebelión con la excusa de que la Iglesia ha
apostatado de la palabra escrita y sigue las tradiciones. Ahora, la proclamación de los Protestantes
de que ellos sólo se basan en la palabra escrita, no es verdad. Su profesión de tener sólo la
Escritura como el estándar de fe, es falso. LA PRUEBA: La palabra escrita explícitamente impone
la observancia del séptimo día como el día de Reposo. Ellos no observan el séptimo día, sino que
lo rechazan. Si ellos verdaderamente tienen sólo la Escritura como su estándar, ellos estarían
observando el séptimo día como es impuesto a través de toda la Escritura. Aún más, ellos no sólo
rechazan la observancia del día de Reposo impuesto en la palabra escrita, sino que han adoptado y
practican la observancia del Domingo, por lo que ellos sólo tienen la tradición de la Iglesia.
Consecuentemente la proclamación de ‘sólo la Escritura como estándar’ falla y la doctrina de
‘Escritura y tradición’ como esencial, está completamente establecida, que los mismos
Protestantes sean los jueces."

No había vuelta que darle a esto, porque la propia declaración de fe de los Protestantes—
en la Confesión de Augsburgo, en 1530—había admitido claramente que "la observación del día
de Señor" había sido designado por "la Iglesia" solamente [Esto es la Iglesia Católica].

El argumento fue aclamado en el concilio como de Inspiración solamente; el grupo de
"sólo la Escritura," se rindió; y el concilio unánimemente condenó el Protestantismo y toda la
Reforma como una única e injustificable rebelión de la comunión y autoridad de la Iglesia
Católica; y procedió, el 8 de abril de 1546, "a la promulgación de dos decretos, el primero de los
cuales, decreta bajo anatema, que la Escritura y la tradición deberán ser recibidas y veneradas
igualmente, y que los libros deutero-canónicos [los apócrifos] forman parte del canon de la
Escritura. El segundo decreto declaró que la Vulgata es la única versión Latina auténtica y estándar
y le da tal autoridad como para sustituir los textos originales; prohibiendo la interpretación de la
Escritura contraria al sentido recibido por la Iglesia, 'o aún contrario al unánime consentimiento de
los Padres.' " etc.

Fue la inconsistencia de la práctica Protestante con la profesión Protestante, la que le dió a
la Iglesia Católica su largamente buscado y ansiosamente deseado fundamento sobre el cual
condenar al Protestantismo y a todo el movimiento de la Reforma como únicamente una egoísta y
ambiciosa rebelión contra la autoridad de la Iglesia. Y en esta esencial controversia, la clave, la
expresión principal y culminante de la inconsistencia Protestante, estuvo en el rechazo del día de
Reposo del Señor, el séptimo día, impuesto en las Escrituras, y en la adopción y observancia del
Domingo como es impuesto por la Iglesia Católica.

Y esta es hasta hoy la posición de los respectivos grupos en esta controversia. Como este
documento lo muestra, este es hoy el punto esencial sobre el cual la Iglesia Católica acusa al
Protestantismo, y sobre el cual ella condena el rumbo del Protestantismo popular de ser
"indefensible, auto-contradictorio, y suicida.”

Si alguno de los reverendos párrocos, quienes están acostumbrados a rugir tan
vociferantemente sobre cada profanación real o asumida de ese piadoso fraude , el día de Reposo
Bíblico, piensa presentar una protesta contra nuestro lógico y bíblico examen de su mascota
mestiza [que guardar el Domingo es enseñado en la Biblia], podemos prometerles que cualquier
tentativa razonable de su parte para reunir el disjecta membra del híbrido y restaurarlo a una
existencia galvanizada, será recibido con genuina cordialidad y respetuosa consideración de
nuestra parte.Pero podemos asegurarles a nuestros lectores que nosotros conocemos a estos reverendos
aúlladores demasiado bien como para esperar un solitario ladrido de parte de ellos en este caso.

Y ellos nos conocen demasiado bien para sometersen a la mortificación de un profundo examen que
este asunto antiescritural traería necesariamente consigo. Su política ahora es "postrarse" y ellos
están seguros de adoptarla.

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