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martes, 29 de julio de 2014

Matutina de Menores: Julio 29, 2014

No hay mayor amor


«El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos» (Juan 15: 13).



El primer intento lo realizó Gerry Ulrich. Le ataron una cuerda a la cin­tura y lo bajaron al hoyo. Como Morris llevaba más de doce horas atrapa­do, los olores producidos por su cuerpo llenaban aquel reducido espacio. Gerry llegó a unos 15 centímetros del chico pero se mareó por el mal olor, tosió y pidió que lo sacaran de aquella grieta.

Disgustados, los bomberos sacaron a Gerry mientras rumiaban su enojo: «Eso nos pasa por utilizar a un muchacho». Pero el papá no se inmutó. Abra­zó a su hijo y lo apretó contra su pecho. «¿Por qué no tratan con Michael?» dijo, a pesar de los sollozos de su hijo más pequeño. Michael, el otro hijo, permanecía de pie y en silencio, observando los procedimientos. Los encar­gados asintieron una vez dejaron de quejarse del fracasado intento de Gerry. Hicieron que Michael se quitara su chaqueta para reducir su grosor. Ataron una soga a su cinturón de piel y colocaron un arnés de nailon en su cintura. También llevaba consigo una soga extra, una correa y una abrazadera para asegurar a Morris en caso de que pudiera alcanzar su objetivo.

Michael le habló a Morris según se iba acercando: «Dentro de poco te vamos a sacar de aquí», le prometió mientras enganchaba a Morris y les pedía a quienes estaban en lo alto que tiraran. Cuando lo hicieron, Morris se movió unos 5 milímetros, no más; no podía ser halado de las fauces de la cueva, pero de alguna forma podría ser levantado. Michael trató por algu­nos minutos de idear alguna forma para desatascar al chico. Finalmente, con la ayuda de su padre y de los que estaban en la boca de la grieta, idea­ron un sistema de poleas que funcionó. Después de veintiséis horas y media Morris fue liberado gracias a la tranquila y valerosa actitud de Michael.

Poco después, Michael Ulrich recibió una medalla de bronce de la Carnegie Hero Foundation. En la parte de atrás de la medalla se puede leer: «Nadie tiene mayor amor que este». Mediante el amor, Dios prepara a su pueblo para que ayude y sirva a los demás.

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