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lunes, 21 de julio de 2014

Matutina de Menores: Julio 21, 2014

El desertor


«Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados le han sido perdonados por completo» (Salmo 32:1).



William, un tranquilo y sensible joven inglés, se alistó en el ejército bri­tánico para pelear contra los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Cuando las balas comenzaron a zumbar y los cañones a retumbar, William desertó. En aquel tiempo el castigo para los desertores era la muerte, pero la policía militar no pudo encontrar a William para castigarlo.

Con el tiempo William Herschel se convirtió en el gran astrónomo que descubrió el planeta Urano. El rey de Inglaterra, Jorge III, quería condeco­rarlo por su descubrimiento, pero ¿estaba el rey al tanto de la deserción de William? Si lo estaba, William sabía que el rey podía hacer que lo ejecuta­ran. Sin embargo, era el rey, y William había sido citado ante su presencia.

Después de conversar con sus familiares y amigos y de orar al respecto, William decidió que había ocultado su grave falta durante demasiado tiem­po. Había vivido con su culpa durante muchos años. Iría a ver al rey, sin importar lo que sucediera.

William llegó puntualmente al palacio real y fue llevado a una sala de espera, cerca del salón de recepciones donde los reyes de Inglaterra reci­ben a sus huéspedes más importantes. Poco después de su llegada, le en­tregaron un sobre. El ayudante del rey le dijo que debía leer su contenido antes de que el rey llegara. William abrió el sobre y leyó el documento ofi­cial. Era un perdón expedido por el rey. William había sido perdonado.

Cuando llamaron a William a la presencia del rey, este último dijo: «Ahora podemos hablar». William ya no temía al rey porque su conciencia estaba limpia. Más tarde fue ordenado caballero y se convirtió en Sir William Hers­chel. Fue invitado a residir de manera permanente en el castillo de Windsor, la residencia de invierno del rey.

William Herschel sabía que era culpable y no intentó negarlo, pero el rey le extendió su misericordia y lo nombró miembro de su corte. Eso es precisamente lo que Dios promete hacer con nosotros: perdonar nuestras transgresiones y llevarnos a vivir al palacio real del cielo.

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