Matutina de Menores: Julio 16, 2014

Una luz cegadora

«Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay variaciones ni oscurecimientos» (Santiago 1: 17).

Hoy es el 69° aniversario de la explosión de la primera bomba atómica en la base Holloman de la Fuerza Aérea Norteamericana, en Alamogordo, Nuevo México. Los presentes afirmaron que la detonación produjo una luz cegadora. Menos de un mes después, miles de personas perdieron la vida a causa de otra explosión atómica. No creo que esto merezca una celebra­ción, ¿verdad? Nadie desea que ocurra de nuevo.

Dios creó el átomo que luego los científicos utilizaron para crear la bom­ba atómica, pero fueron los seres humanos los que lo utilizaron para des­truir. Aunque la luz proviene de arriba, la gente la utiliza para hacer daño. La cegadora luz de un veloz auto puede hacer que otro auto se estrelle con­tra un muro, pero ¿es Dios culpable de que algo que él creó haya sido utili­zado por un irresponsable para ocasionar la muerte de otra persona? Si cre­yéramos eso, entonces Dios también sería el responsable del pecado, ya que él fue quien creó a Adán y a Eva. Cuando un rayo láser es utilizado para matar y no para sanar; cuando alguien muere electrocutado, ¿acaso es Dios el culpable? Algunos desearían convencerte de ello. Cuando llegan los pro­blemas, esas personas buscan las causas de sus dificultades e irresponsable­mente tratan de achacarlas a Dios. Yo confieso haber hecho lo mismo en algunas ocasiones. ¿Y tú?

Me encanta el texto de hoy: «Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba». Con Dios no hay cambios. Podemos confiar en él, depen­der de él, por todo lo que es bueno y perfecto en nuestras vidas. Lo malo, lo injusto, las crueles «bombas atómicas» que hacen explosión en nuestras vidas, todo eso lo podemos achacar a su originador: Satanás, el padre de toda oscuridad. Pero sabemos que los días de Satanás están contados. Je­sús pronto volverá en un destello de gloriosa luz, e iremos a vivir con él a un lugar donde no se conocen la oscuridad ni el pecado; donde no se dará un mal uso a los dones buenos y perfectos de Dios.