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martes, 1 de julio de 2014

Matutina de la Mujer: Julio 1, 2014

El me escuchó desde su templo


“Los lazos de la muerte me envolvieron… En mi angustia invoqué al Señor, clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; mi clamor llegó a sus oídos.” Salmo 18:4,6 NVI



Se avecinaba un nuevo año cuan­do sospeché un posible cáncer de mama. Me acerqué más a Dios y opté por hacer un cambio en mi vida: adopté una alimentación ve­getariana.

Un mes después, los resultados de una mamografía eran compatibles con cáncer y me indicaron una biopsia inmediata en una institución especializada de Lima, Perú. Allí me confirmaron un cáncer III, grado “B. Para muchos, este diagnóstico es sinónimo de depresión y muerte. Mi familia quedó desconcertada ante la noticia, pero yo estaba tranquila pues todos mis amados, amigos y hermanos de iglesia oraban por mi salud. Si bien yo también oraba fervientemente, estaba serena y los animé a acercarse más a Dios y a confiar en él.

En momentos de desánimo el camino era clamar a Dios y confiar en su amor y sus promesas. Pedí a todos los pastores, ancianos de iglesia, hermanos en la fe y amigos que no dejaran de orar por mí. Arreglé mi vida personal con el Señor y con las personas con quienes tenía algunas diferencias. Cambié mi régimen alimentario, guiada por un médico naturista y, principalmente, por los principios divinos. Jamás pensé que iba a morir. En esos momentos descubrí que Dios tenía un plan especial para mi vida.

Mi familia se entristeció mucho por mi enfermedad. Entonces me postré ante el Dios de lo imposible, y con lágrimas en los ojos clamé por su poder y miseri­cordia. Le rogué que transformara mi enfermedad y el dolor de mis amados en un milagro, no solo por mí, sino por quienes me amaban, protegiéndonos del maligno. Nunca imaginé tener el privilegio de ser ungida. Allí oré por el trata­miento al que debía someterme. Gracias a Dios, fue exitoso y el milagro se cumplió en mi vida: según los últimos estudios, no tengo rastros de la enfermedad.

Querida amiga, los ocho remedios naturales marcan la diferencia entre salud y enfermedad, pero la relación con el Señor es un factor decisivo en toda curación. El no se equivocó al dar el modelo de vida y alimentación correcto para sus hijos en su Palabra. Aplícalo y vivirás.

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