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domingo, 20 de julio de 2014

Matutina de Jóvenes: Julio 20, 2014

Hiram el artesano


El rey Salomón mandó traer de Tiro a Hiram, que era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de un nativo de Tiro que era artesano en bronce. Hiram era sumamente hábil e inteligente, experto en toda clase de trabajo en bronce, así que se presentó ante el rey Salomón y realizó todo el trabajo que se le asignó. 1 Reyes 7:13, 14.



Por más que se llama Hiram, por más que es de Tiro, por más que tiene relación comercial con Salomón y por más que participa en la construcción del Templo, el Hiram de hoy no es el mismo del que hablamos ayer. El de ayer era el rey; el de hoy es un artesano, hijo de una mujer del pueblo de Israel, que vivía en la ciudad de Tiro.

El sueño de un templo magnífico construido para Jehová se estaba haciendo una imponente realidad. En ese momento de la historia, entra en escena el habilidoso artesano Hiram.

Siglos antes, según el relato de Éxodo 31:1 al 6, dos exesclavos como Bezaleel y Aholiab fueron elegidos por Dios para una tarea especializada en la construcción del Tabernáculo del desierto. Ellos eran grandes creadores y artesanos.

Los resultados, artísticamente hablando, fueron similares. Quizá por la grandiosidad, el trabajo de Hiram llamaba más la atención que la tarea realizada por Bezaleel y Aholiab. Seguramente, la cantidad de material que utilizó Hiram fue mayor (y hasta de mejor calidad). A pesar de todo eso, la tarea del artesano que trabajó bajo las órdenes de Moisés fue –sin lugar a dudas– bendecida por Dios.

¡Claro que Dios bendijo la obra de Hiram! ¡Él llenó con su gloria aquel magnífico Templo! Lo que quiero pensar contigo hoy es que por más que Dios bendiga ciertos resultados, los caminos que elegimos para llegar hasta ellos a veces tienen –sin dudas– la bendición divina, y otras veces el Señor bendice el resultado por más que ese no fuese el camino que él habría elegido si hubiese sido consultado.

Tú puedes ser Hiram, dueño de un talento formidable en algún ámbito del conocimiento humano. Dios, si le permites, puede honrar grandemente el resultado de tu esfuerzo. Pero también puedes ser como Bezaleel, más humilde, quizá menos capaz, pero elegido por el Señor para la tarea que él te pidió.

Piensa en eso hoy, cuando tengas que realizar las tareas que te correspondan.

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