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sábado, 19 de julio de 2014

Matutina de Adultos: Julio 19, 2014

Cómo funcionan las cosas: el caso de J. G. Matteson


Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10.



A veces, las cosas en realidad funcionan bien; en ocasiones, parece que todo sale como Dios quiere. Ese es el caso de John Gottlieb Matteson. Nacido en Dinamarca en 1835, inmigró con sus padres a Wisconsin en 1854, llevando consigo una buena educación, pero también el escepticismo de tantos de su tierra natal. Como consideraba que era librepensador, uno de sus pasatiempos predilectos era azuzar a los predicadores con preguntas que no pudiesen responder.

Pero, los hostigadores de mentalidad abierta pueden sufrir una seria derrota. Eso ocurrió cuando Matteson escuchó a un predicador hablar con entusiasmo de la belleza del cielo. Como se había criado en la atmósfera de las “iglesias estatales muertas de la antigua Europa”, “nunca había conocido una religión viva”. Esa experiencia derivó en una cadena de acontecimientos en las que recuerda que “solo, en el bosque, encontré a Jesús como mi Salvador personal”, en 1859. Poco después de su conversión, se sintió llamado a predicar. Y eso hizo, aunque no conocía muy bien la Biblia. Dios lo bendijo desde el comienzo, ya que la gente respondía a su sinceridad obvia. En 1860 ingresó en el Seminario Teológico Bautista de Chicago, y en 1862 fue ordenado como pastor bautista.

Hasta aquí, todo estaba bien. Pero mejoró. En 1863, aceptó el mensaje adventista del séptimo día. Su congregación le pidió que le predicara de su nueva fe, y lo hizo con gusto. Durante seis meses presentó una serie de sermones sobre las creencias adventistas, con el resultado de que todos se unieron a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, salvo una familia.

Predicador eficiente, Matteson creó iglesias danesas-noruegas a lo ancho de los Estados del medio-oeste de los Estados Unidos. Entonces, en 1872, se le ocurrió la idea de publicar una revista en el idioma de sus conversos. El Advent Tidende se convirtió en el primer periódico adventista en un idioma diferente del inglés.

Los ejemplares pronto encontraron su camino de regreso a Escandinavia, para hacer conversos. En un patrón que se repetiría en muchos países, los nuevos creyentes pronto escribieron a los Estados Unidos solicitando un misionero. Matteson aceptó el llamado en 1877, y durante los once años siguientes estableció iglesias en Dinamarca, Noruega y Suecia. Estando allí, organizó la primera Asociación fuera de los Estados Unidos (Dinamarca, en 1880), y fundó la primera casa editora fuera de los Estados Unidos. Durante su ministerio, llevó a unas dos mil personas a la fe que amaba.

La vida de Matteson ilustra cómo deberían funcionar las cosas.

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