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sábado, 14 de junio de 2014

Matutina de Menores: Junio 14, 2014

El asedio


«Llámame cuando estés angustiado; yo te libraré, y tú me honrarás» (Salmo 50:15).



Después de dar gracias a Dios por sus ángeles protectores, Rhonda y Kelli dieron a sus padres un beso de buenas noches y se metieron en la ca­ravana. Las niñas podían escuchar a mamá y a papá hablando afuera. Co­mentaban una inquietante noticia que el único acampante que quedaba en el parque le había contado a papá. Un grupo de motociclistas habían aterro­rizado a los acampantes la noche anterior, volcando caravanas y derriban­do tiendas. La mayoría de los acampantes habían decidido marcharse antes que arriesgarse a sufrir algún daño o peligro.

—Quizás debamos recogerlo todo y marcharnos —dijo mamá.

—La policía ha estado patrullando durante toda la tarde —dijo papá—. Además, ¿dónde podríamos ir? No hay otro parque de acampada en 240 kilómetros a la redonda. Vamos a dar un paseo por el lago.

Rhonda y Kelli aplaudieron en silencio cuando papá les dijo que él y mamá volverían en unos minutos. Tan pronto como sus padres se habían alejado unos metros de la caravana, las niñas tomaron sus linternas y las cartas del Uno y se prepararon para jugar.

Apenas habían transcurrido diez minutos desde que sus padres se habían marchado cuando las niñas escucharon el sonido de motores. Antes de que Rhonda y Kelli pudieran reaccionar, una banda de motociclistas con aspecto de tipos duros comenzaron a bramar colina arriba con música a todo volu­men. Cuando uno de aquellos hombres con aspecto perverso bajó de su Harley-Davidson, Rhonda dio un salto atravesándola hasta una de las venta­nas laterales. Oteó la orilla del lago esperando ver a sus padres, pero no se veía a nadie.

Los invasores estacionaron sus motocicletas.

—¡Destrocemos esta caravana! —gritó uno de los motociclistas.

—Registrémosla primero —respondió otro de ellos.

Dentro de la caravana, Rhonda y Kelli se acurrucaron la una junto a la otra temblando de miedo. Aunque ambas habían olvidado la promesa que papá había leído durante el culto familiar, sí recordaron lo que debían hacer y comenzaron a orar.

(Continuará…)

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