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sábado, 14 de junio de 2014

Matutina de Adultos: Junio 14, 2014

Se difunde la noticia de la salud -2


Aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Salmo 42:11.



La iglesia no perdió tiempo en publicar el Health Reformer. El primer número salió en agosto de 1866, tres meses después del Congreso de la Asociación General.

Ese número inicial contenía artículos de un cúmulo de pastores, el Dr. Lay y uno de Elena de White. Ella instó a que “los hombres y las mujeres deberían familiarizarse con la filosofía de la salud”, y concluyó diciendo que “la ignorancia de este importantísimo tema es un pecado. La luz brilla sobre nosotros actualmente, y si no la apreciamos ni actuamos inteligentemente con respecto a estas cosas quedaremos sin excusa, porque el entenderlas es de nuestro más elevado interés terrenal” (HR, agosto de 1886).

Como hubo tantos pastores que escribieron para la revista, en el segundo número Lay escribió una nota, para beneficio de los que podrían pensar que “nadie puede hablar de salud excepto un médico, y nadie puede hablar de teología salvo un doctor en Teología”. Señaló que muchos de sus contribuyentes no médicos habían experimentado la reforma pro salud en el ámbito práctico, y todos los artículos habían sido “examinados profesionalmente y avalados antes de ser presentados al lector”.

Los testimonios de la transformación de la salud eran muchos. G. W. Amadon, por ejemplo, informó que “todos los días mi corazón se hinche de gozo al percibir las bendiciones de la Cuestión de la Salud, cuando los corazones sinceros la hacen realidad [...]. Como persona, puedo decir que estoy cien veces mejor que cuando vivía en abierta violación de las leyes de nuestro ser. Hoy, en vez de estar con dolores y reumas, con el cerebro congestionado, y una cuantiosa serie de padecimientos mentales y físicos, básicamente estoy totalmente libre. ¡Bendito sea Dios por todo esto!”

Isaac Sanborn observó que, debido a la reforma pro salud, “estoy completamente bien del reuma, aunque por períodos solía estar tan mal que no podía dar ni un paso durante días”; y que aunque a menudo estaba en malas condiciones climáticas y en lugares de encuentro poco ventilados que lo exponían a la enfermedad, no había tenido un resfriado fuerte por más de dos años.

Luego, vino el detalle de una persona que dijo que “si tenía que ofrecer un sacrificio al diablo, elegiría un cerdo relleno de tabaco”.

Nuestro corazón debería henchirse de gozo, al considerar las alternativas a la buena salud. Es demasiado fácil olvidar los días de ignorancia y la bendición sincera de la buena salud.

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