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jueves, 12 de junio de 2014

Matutina de Menores: Junio 12, 2014

Honor presidencial


«Denle a cada uno lo que le corresponde. Al que deban pagar contribuciones, páguenle las contribuciones; al que deban pagar impuestos, páguenle los impuestos; al que deban respeto, respétenlo; al que deban estimación, estímenlo» (Romanos 13: 7).



¿Quién fue el primer presidente de los Estados Unidos de América? «Eso es muy fácil» pensarás. «George Washington, por supuesto». ¿Estás seguro?

Lo creas o no, los expertos en política tienen argumentos para creer que no. En 1781, un americano no tan conocido llamado John Hanson, de la colonia de Maryland, se convirtió en el primer «Presidente de los Estados Unidos reunidos en Asamblea General». En 1774, las colonias instauraron un Congreso Continental formado por delegados de cada una de las colo­nias. Este grupo de hombres constituyó el Ejército Continental bajo el mando de George Washington. El 4 de julio de 1776 el Congreso Continen­tal emitió la Declaración de Independencia. También redactaron los Artícu­los de la Confederación, que representaban las leyes de la nueva nación. Uno de los artículos establecía que uno de los delegados podía ser nombra­do para «presidir» el Congreso, y en 1781 John Hanson fue elegido.

George Washington felicitó personalmente a Hanson, declarando que «ocupaba el cargo más importante de los Estados Unidos». Entre 1781 y 1789, otros siete hombres ocuparon después que él ese mismo puesto. Washington no fue nombrado presidente hasta que el Congreso reemplazó los Artículos de la Confederación por la Constitución de los Estados Unidos.

Desde que George Washington sirvió como presidente, Estados Unidos ha sido dirigido por hombres íntegros y también por otros más bien corruptos. El tiempo pone a cada uno en su lugar, a los buenos y a los malos; solo el tiempo puede revelar qué presidentes dirigieron su país correctamente y quiénes no.

Quizás por este motivo Pablo nos dio ese consejo. Teniendo en cuenta que, por entonces, Roma estaba gobernada por el odiado Nerón, es posible que el consejo de Pablo no tuviera mucha popularidad entre su audiencia. Sin em­bargo, con el paso de los años, ese consejo ha servido a aquellos que realmen­te aman a Dios. Tú y yo sirvamos a Dios honrando a los líderes de nuestro país, tanto si merecen tal honor como si no.

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