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jueves, 12 de junio de 2014

Matutina de la Mujer: Junio 12, 2014

La bendición de ser testigos


“Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” hechos 1:8



En febrero de 2011 estuve quin­ce días hospitalizada por una intervención quirúrgica. Pedí a mi esposo que me trajera mi Biblia, libros y revistas para leer mientras estuviera internada. Así, tuve la opor­tunidad de conocer y compartir vi­vencias con otras pacientes. Fueron días de mucha oración por mi vida espiritual y física, y mientras esperaba la respuesta del Señor, él fortaleció mi fe.

Con el pasar de los días, encontré muchas oportunidades para dar a conocer a Jesús. Empezamos a reunimos cada mañana y cada noche para orar y hablar de la esperanza que solo Cristo nos da. Compartir mi fe fue para mí un gran desafío. Había personas de otras creencias y doctrinas, y yo misma estaba a prueba.

Rita estaba en este grupo de pacientes, y al escuchar del amor de Dios y la esperanza que yo tenía, me pidió que orara por su familia. Me contó que estaba pasando por momentos muy difíciles en su vida: estaba muy enferma y según le habían dicho, no se podía hacer nada. A esto se sumó la infidelidad de su esposo, lo cual la deprimía y preocupaba, especialmente por sus dos hijos adolescentes. Le ofrecí mi amistad para que pudiera desahogar su angustia y compartí con ella revistas y otros materiales.

Cuando fuimos dadas de alta, compartimos nuestras direcciones y números telefónicos y comenzamos una linda amistad. Oraba por ella y la llamaba con frecuencia. En abril, Rita y sus dos hijos participaron del evento “Amigos de esperanza” y pudieron sentir de cerca el amor de Dios en su vida. A partir de allí comenzaron a asistir cada sábado a la iglesia.

Hoy, Rita y su familia estudian el curso bíblico La fe de Jesús. Ella encontró la paz que buscaba y está en un proceso de reconciliación con su esposo. Para mí fue una alegría enorme compartir mi fe con ella y su familia. Esto me ha forta­lecido y se ha convertido en una motivación constante porque sé que hay muchas personas que necesitan sentir el amor de Dios y albergar una esperanza que les muestre un futuro mejor. Y yo quiero ser un instrumento del Señor para compartir la bendita esperanza del regreso de Jesús.

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