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viernes, 6 de junio de 2014

Matutina de la Mujer: Junio 6, 2014

Los niños y el Sábado


“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.” Salmo 127:3.



Si bien hoy no es fácil criar hijos, yo diría que nunca lo ha sido, y menos fácil aún criarlos para el Señor.
Con mi esposo atendíamos un distrito de 24 congregaciones. El vi­sitaba tres o cuatro iglesias cada sá­bado y debía organizar y supervisar diferentes actividades, reuniones, etcétera. Yo ayudaba en todo lo que podía mientras organizaba y supervisaba la vida de nuestros dos pequeños hijos para que no se cansaran o aburrieran, y vivieran ese día especial con gozo, aunque durara catorce o quince horas. El trabajo empezaba muy temprano en la mañana y terminábamos muy tarde en la noche.

A veces se piensa que los hijos de pastor son niños especiales, superdotados, que siempre deben portarse bien, ser ejemplo para los demás, conocer muy bien la Biblia, ayudar en lo que se les pida y no responder nunca de mala manera, aparte de andar siempre contentos, amables, limpios y bien vestidos. Gracias a Dios, estos niños son normales, como fuimos tú y yo, y especiales como los tuyos y los míos, porque son herederos de la patria celestial. Llenos de dones y atributos y con algunos defectos heredados o adquiridos, como todos. Niños alegres, inteli­gentes, curiosos y juguetones. Se cansan, enojan y aburren, igual que todos los niños del mundo.

Es tarea de los padres, especialmente de la madre, guiar a esos corderitos a los pies del gran Pastor e inspirarlos para que le sirvan con alegría y devoción.

Mis hijos, hoy adultos y profesionales, todavía recuerdan los “días de campo” cuando almorzábamos debajo de los árboles en alguna iglesia rural, o el parque donde se devoraban los sándwiches después del culto, y los postres favoritos que comían solo el día sábado.

Hoy disfrutan al recordar anécdotas con amigos de diferentes iglesias, colegios y lugares. Se ríen de los juegos que les inventaba para tenerlos tranquilos mientras papá predicaba o estaba en una reunión, y conservan hasta hoy las figuritas de fieltro con que se entretenían durante el servicio de adoración.

Hagamos del día de reposo un día que ellos recuerden con alegría mientras esperamos celebrarlo juntos con el Señor.

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