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miércoles, 4 de junio de 2014

Matutina de la Mujer: Junio 4, 2014

Los milagros ocurren


“Antes que ellos me llamen, yo les responderé; antes que terminen de hablar, yo los escucharé” Isaías 65:24 DHH.



José Luis lloraba. Había peleado con su novia por Internet pero, mientras esto acontecía, alguien le había pedido el número de su ce­lular.

Es verdad que José Luis no solo lloraba por la pelea con su novia, sino también por la situación difícil que estaba enfrentando: no tenía dinero y al día siguiente terminaba el plazo para inscribirse en la facultad donde estudiaba.

Mientras lloraba y se desahogaba, alguien llamó a su celular. El diálogo se prolongó por casi dos horas. La persona desconocida del otro lado de la línea es­cuchó su historia. Al día siguiente, a las 5:00, sonó nuevamente su celular, y escu­chó la siguiente pregunta de la voz desconocida: “¿Los milagros aún ocurren?”. José Luis, somnoliento, contestó: “Cómo voy a saberlo, acabo de despertarme, ¡son las cinco de la mañana!”.

Cuando pensamos en los milagros que Jesús hizo, a veces creemos que son cosa del pasado, que ya no ocurren en nuestros días o, en el mejor de los casos, les ocurren a otras personas. Si José Luis te escuchara, seguramente te diría que no es así. Jesús obra hoy con el mismo interés e idéntica ternura por cada uno de nosotros como lo hizo mientras desarrolló su ministerio en Palestina.

Esa mañana, mi hijo mayor y yo oramos por José Luis, le dijimos a Dios: “Señor, no sabemos cómo ayudarlo, no quiere dejar de estudiar pero no tiene dinero; además, tiene otros problemas. Si consideras que hay algo que puedas hacer, por favor hazlo”. Lo que no sabíamos es que a esa misma hora, José Luis estaba pagando sus estudios en la universidad.

Esa madrugada, cuando escuchó la voz misteriosa que le preguntaba si los milagros aún ocurrían, y respondió descortésmente medio dormido, la voz con­tinuó: “Escribe esta dirección”. José Luis, sin comprender todo lo que sucedía, tomó nota de la dirección y fue hasta el domicilio indicado. Allí encontró a una persona que, sin más preguntas, le entregó el dinero que necesitaba para continuar sus estudios.

Querida amiga, creo que si hoy le preguntaras a José Luis si los milagros ocurren, sin dudar un instante, te respondería que sí.

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