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viernes, 30 de mayo de 2014

Matutina de Menores: Mayo 30, 2014

No te estoy tomando el pelo


«¡Feliz el hombre que confía en el Señor! [...] Muchas son las maravillas que tú has hecho y las consideraciones que nos tienes» (Salmo 40: 4, 5).



Hoy tengo delante de mí algunos objetos que ningún ser humano ha visto jamás. El hombre que los ha «creado» y el hombre que me los vendió tampoco los han visto. De hecho, yo nunca los he visto. Aun así, los objetos existen y los tengo delante de mí.

Es probable que estés pensando: «Me está tomando el pelo. Eso es imposible». Para ti, mi afirmación resulta increíble. Si eres inteligente, dudarás de mis palabras. Al fin y al cabo, no me conoces. Si asistieras a mi iglesia, paseáramos juntos y dedicáramos mucho tiempo a conocernos el uno al otro, posiblemente confiarías en lo que digo, porque la confianza no depende de lo que se dice, sino de quién lo dice. Si me conocieras y supieras que nunca miento, seguramente me creerías, ¿verdad?

Pues bien, por increíble que parezca, lo que he dicho acerca de estos objetos es cierto. Nadie los ha visto porque están en el interior de la cáscara de maní que tengo sobre mi escritorio. Ni el agricultor que los cultivó, ni el tendero que me los vendió, ni siquiera yo misma los hemos visto.

Cuando rompa la cáscara, veré por primera vez qué es exactamente lo que he comprado. Espero que sean dos granos de maní tiernos y de color dorado, que estén crujientes y que sepan bien. Me decepcionaría encontrar dos semillas arrugadas, ennegrecidas por alguna enfermedad o mordidas por algún insecto.

¡Qué rico! No puedo esperar más, allá voy. ¡Crack! He roto la cáscara y he encontrado exactamente lo que esperaba: dos granos listos para comer. Imagina qué sorpresa me habría llevado si al abrir la cáscara de maní hubiera encontrado un pequeño narciso enrollado o quizás un tomate en miniatura. «¡Qué disparate! —dirás— Eso no puede ocurrir». Llevas razón, algo así no puede suceder de ninguna manera, a menos que alguien intente gastarme una broma.

Al igual que confié en el agricultor y en el tendero al que compré el maní, confío en que el Creador del maní ha puesto maní, y no palomitas, dentro de la cáscara.

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