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miércoles, 28 de mayo de 2014

Matutina de la Mujer: Mayo 28, 2014

Dios lo hace posible


“El les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”. Lucas 18:27



Como mujer, esposa de pastor y madre agradezco a Dios porque en su infinita misericordia él hizo posible lo que era imposible en mi vida.

Luego de habernos casado, junto con mi esposo, oramos por un niño para dedicarlo al servicio de Dios. Pasaron seis años, y cada embarazo terminaba en pérdida, ocasionándonos decepción y tristeza. Fui sometida a una serie de estudios, hasta que finalmente me dieron el diagnóstico: “¡Imposible!”.

Analizando más a fondo la situación con los médicos, me hablaron de una remota posibilidad: un tratamiento cuyo costo aproximado era de veinte mil dólares.

Con tristeza regresamos a casa, y con fe en las promesas del Dios de lo imposible, nos arrodillamos y le pedimos que hiciera en nosotros su voluntad. Juntos y acongojados leímos en la Biblia dos grandes y maravillosas promesas de ese Dios cuya fortaleza es justamente lo imposible para el ser humano: “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Luc. 18:27) y “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3). Fortalecidos con esas promesas de nuestro Padre celestial, decidimos con amor y fe aceptar su voluntad, sea cual fuere.

Después de siete años de intentos humanos, intervino en nosotros el dueño de la vida, el Dios de lo imposible. Cuando menos pensábamos en un hijo y más en el amor de Dios, sorpresivamente, mi bebé Enoc Isaí empezó a moverse en mi vientre. Con gran emoción, en ayuno y oración agradecimos al dueño de la vida; y aunque los médicos nos decían que sería imposible esta nueva vida, Dios lo hizo posible por amor a sus siervos. Enoc ya tiene nueve años y nuestro deseo ferviente es que, como el patriarca, Enoc camine con Dios hasta que él se lo lleve.

La voluntad de Dios es siempre lo mejor para nosotras. Lo inmediato muchas veces dura poco y puede ser engañoso o pasajero. El Dios de lo imposible a veces tarda su respuesta, pero es la que mejor suple nuestra necesidad.

Querida amiga, así es Dios. No insistamos en imposibilidades humanas. El nos invita a esperar lo imposible confiando en su amor y su poder.

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