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viernes, 30 de mayo de 2014

Matutina de Adultos: Mayo 30, 2014

Al fin organizados

 

Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Hechos 14:23.



Aunque el concepto de estructura eclesiástica, que facilita el orden en todas las congregaciones, no está para nada ausente en el Nuevo Testamento, no era el tema predilecto de muchos adventistas.

Pero, había llegado el momento. En abril de 1861, los sabatarios establecieron una comisión que recomendaba la formación de asociaciones por distritos o por Estados, con el fin de supervisar las actividades eclesiásticas en sus respectivas regiones.
 
Las reacciones fueron enérgicas, especialmente en los Estados del este. Jaime White informó en agosto que “los hermanos de Pensilvania votaron contra la organización, y la causa en Ohio se ha visto terriblemente sacudida”. Resumió la situación, al escribir que, “en nuestro viaje al este, hasta ahora parece que estamos vadeando la influencia de una incertidumbre tonta sobre el tema de la organización [...]. En muchos lugares estamos apenas un poco mejor que los fragmentos rotos, que todavía se están dispersando y debilitando cada vez más”.
 
Elena de White compartió su opinión, al declarar ese mismo mes que se le “mostró que algunos habían temido que nuestras iglesias se convertirían en Babilonia si se las organizaba; pero las iglesias de la zona central de Nueva York ya han sido una perfecta Babilonia, confusión. Y ahora, a menos que las iglesias sean organizadas para continuar su marcha y poner en vigencia el orden, no tienen ninguna esperanza para el futuro, y serán esparcidas en fragmentos”. Deploraba la falta de “valor moral” y la abundancia de “silencio cobarde” de parte de aquellos pastores que creían en la organización pero que guardaban silencio. Sus palabras no dejaron dudas de que había llegado la hora de “mantenerse juntos” (TI 1:245, 246).
 
El momento para actuar había llegado.
 
En la reunión general de creyentes en octubre de 1861, el primer punto de agenda era “la forma adecuada de organizar iglesias”. Y una de las contribuciones principales del congreso fue la “recomendación”, a las iglesias del Estado de Míchigan, de que se unieran bajo el nombre de Asociación Adventista del Séptimo Día de Míchigan.
 
Jaime White estaba eufórico. Para él, esto era “una señal de días mejores”.
 
Al año siguiente, se establecieron siete asociaciones locales más.
 
No hay otra cosa que al diablo le guste más que sembrar confusión. Y puede hacerlo con éxito en un grupo desorganizado. Lamentablemente, el valor de la organización no se aprecia plenamente hasta que desaparece.
 
Gracias, Señor, por lo que nos has dado.

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