Cristo, suprema revelación de Dios
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:18.
Todos los problemas de rebeldía contra
Dios que tenemos los seres humanos tienen que ver, en gran medida, con
nuestra desconfianza hacia su persona y hacia sus intenciones para con
nosotros. Pensamos que
Dios es un ser que no nos ama a menos que seamos
perfectos y le rindamos una obediencia ciega y servil a todos los
caprichos de su voluntad. Tendemos a pensar que Dios no nos valora; no
le interesa nuestra vida, nuestros sueños y nuestros sentimientos.
Y nos rebelamos. Pero, déjame confesarte
algo: Si Dios realmente fuera así, ¿a quién le interesaría vivir
eternamente esclavizado bajo el yugo de un ser que oprime, reprime y
castra, y que se interesa tan solo en alimentar su ego?
Por eso, una de las misiones fundamentales de Jesús, al hacerse hombre, fue revelar cómo es REALMENTE Dios.
Cuando recuerdes a ese hombre que tocó
afectuosamente con su cálida mano a ese leproso rechazado por la
sociedad, que hacía mucho que no recibía un abrazo, menos una caricia, y
que lo sanó, ten presente que así es Dios. Cuando evoques el momento en
que frente a una turba de airados moralistas que estaban a punto de
apedrear a esa mujer caída en adulterio, Jesús la defiende, la salva de
la muerte y le dice: “Yo no te condeno”, recuerda que de esa manera te
trata Dios. Cuando, frente al beso traicionero de Judas, que venía con
una multitud de hombres listos para apresarlo y maltratarlo, Jesús lo
llama tiernamente “Amigo”, a pesar de saber que su discípulo lo estaba
entregando, recuerda que así es Dios. Cuando, en medio de un indecible
dolor y sufrimiento, Jesús pendía de la cruz víctima del odio de sus
enemigos y, sin embargo, oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen”, recuerda que así es Dios. Cuando, finalmente, presa de la
desesperación por estar cargando con los pecados de todo el mundo sobre
su corazón, Jesús, en su agonía, clamó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado?”, piensa que es Dios mismo el que estaba sufriendo por
amor a ti, para que puedas ser salvo.
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