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martes, 12 de junio de 2018

Matutina de Adultos : Junio 12, 2017

De tal palo, tal astilla  


Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando  Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes». Deuteronomio 6: 6, 7, NVI


EL AUMENTO del uso de la tecnología y el ajetreo de la vida moderna han afectado al nivel de espiritualidad del hogar cristiano, y la iglesia desea mejorar en ese aspecto,  ya que la comunión con Dios trae seguridad y gozo a toda la familia. Si la Palabra de Dios anida en la mente y los corazones de nuestros hijos, el Espíritu Santo los instruirá a lo largo de toda su vida.

Las oraciones de los padres construyen barreras protectoras alrededor de sus hijos: «Por la mañana, los primeros pensamientos del cristiano deben fijarse en Dios. Los trabajos mundanales y el interés propio deben ser secundarios. Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de oración [… ]. Es el deber de los padres creyentes levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia, enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a Dios» (Elena G. de White, Conducción del niño, p. 491 De esta manera, cada hogar se convertirá en una casa de oración durante el culto familiar.


 
Solo la mitad de las familias cristianas practican el culto familiar diario o semanal, y la otra mitad lo celebra esporádicamente o no lo fomenta. Sin embargo, Elena G. de White insta a los padres a reunirse con sus hijos y orar con ellos y por ellos cada mañana, antes de comenzar las actividades cotidianas, y al final del día, agradeciendo al Señor su cuidado y protección, y pidiendo un descanso reparador: «Padres y madres, necesitáis buscar a Dios por la mañana y por la noche, en el altar de la familia, para que podáis aprender a enseñar a vuestros hijos sabia, tierna y amorosamente» (ibíd., p. 489).

El culto familiar tiene una influencia penetrante a la hora de desarrollar valores cristianos en los hijos. La espiritualidad de nuestros pequeños depende en gran medida de ello. De manera que, comprometámonos a hacerlo cada día y aprovechemos este medio tan poderoso para acercarnos a Dios como familia.

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