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lunes, 19 de marzo de 2018

Matutina de Adultos :Marzo 19, 2018

Nuestro refugio en la Roca


«Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre». Salmo 73: 26


PENSAR EN DIOS COMO LA ROCA ES PENSAR EN ÉL como nuestro refugio. Una roca es símbolo de fortaleza, de un fundamento sólido. Por eso, el salmista menciona que aunque su corazón desfallezca, tiene a la Roca como su salvación. Al igual que un águila, el cristiano hace su nido en la Roca y allí se protege de la tempestad y de los peligros de la vida. Aunque el águila es una de las aves más fuertes, ágiles y veloces del planeta, necesita un refugio seguro; por eso busca lo más alto del peñasco y lo más fuerte de la roca. El ser humano, a pesar de sus habilidades, inteligencia y vivacidad, necesita de Cristo. Es allí donde está nuestra seguridad.

Muchos siglos antes de que Cristo naciera, Moisés lo señaló como la Roca de la salvación de Israel. El salmista cantó sus loores y lo llamó «Roca mía y Redentor mío», «la Roca de mi fortaleza», «mi Roca y mi refugio» (Salmos 19: 14; 62: 7; 61: 2; 71: 3; 73: 26; 94:22). Si Cristo es nuestra Roca, hagamos nuestra morada en él, porque es nuestro firme fundamento. Si nuestra fe está fundada en la Roca, no se moverá, no caerá y estará en pie hasta su segunda venida.

Elena G. de White nos dice: «Cuando caemos desvalidos, sufrientes y necesitados sobre la Roca de Cristo, sintiendo íntimamente que nuestra victoria depende de sus méritos, que todos nuestros esfuerzos, sin la ayuda especial del gran Vencedor, no servirán de nada, entonces Cristo envía a cada ángel de gloria a rescatarnos del poder del enemigo para que no caigamos» (Afin de conocerle, p. 306).

No hay otro lugar tan seguro como estar bajo la sombra de Dios. Sin su protección somos vulnerables, y el enemigo nos arrastra a la zona de peligro. En él, seremos fuertes y estaremos firmes ante las tempestades de los días finales.

Digamos hoy con el salmista, desde lo profundo del corazón: «Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre» (Salmo 73: 26).

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