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viernes, 9 de febrero de 2018

Matutina de Adultos : Febrero 9, 2018

La espiritualidad como una relación


«El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotaran ríos de agua viva». Juan 7: 38


NUESTRA ESPIRITUALIDAD NACE DE NUESTRO DESEO de tener una relación significativa con Dios y nuestros semejantes. Es íntima y trascendental. Implica tener una relación genuina de amor, confianza y gozo con Dios y con los demás. El apóstol Pablo declara: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gálatas 2:20).

Hay una diferencia entre apegarse a ciertos valores éticos y ser cristiano. No es necesario que una persona sea religiosa para que posea valores éticos, pero no podemos ser cristianos, en todo el significado de la palabra, sin tener una relación personal con Cristo y una conducta piadosa. Cuando tenemos una espiritualidad saludable y una relación íntima con Dios, los valores bíblicos se manifiestan naturalmente en nuestra vida.

La espiritualidad verdadera se encuentra en Cristo y en su Palabra. Hay corrientes filosóficas orientales que nos llevan por otros derroteros, por sendas confusas y complejas. Esa clase de espiritualidad centra a la persona en sí misma. La verdadera espiritualidad bíblica hace que nos enfoquemos en la Palabra de Dios, y luego en el prójimo y sus necesidades.

En su libro, El método de Cristo para el crecimiento espiritual, Philip G. Samaan afirma que la espiritualidad requiere sumisión, abnegación y sacrificio; y que debemos buscar la pureza de carácter y escuchar la voz de Cristo que nos llama a la santificación. El secreto de Cristo radicó en su comunión constante con el Padre. Cuando dedicamos más tiempo a contemplar a Cristo, desarrollamos una espiritualidad más saludable y vibrante. El tiempo que pasemos junto a él nos hará más fuertes y más firmes en la fe.

Por el contrario, si nuestra mente se concentra en otros asuntos y se distrae con cosas pasajeras o superfluas, nuestra espiritualidad se debilita. Nuestra mente se modela por lo que contempla. Si pensamos más en Dios e invertimos más tiempo en contemplarlo, nos elevaremos espiritualmente y Dios pondrá una muralla entre nosotros y el enemigo, y nos librará de caer ante el peligro inminente.

Hoy tenemos el privilegio de acercarnos confiadamente a la presencia de Dios y hablarle en oración, y de esta forma, colocar nuestra vida en sus manos. A medida que ordenemos nuestras prioridades, nuestra espiritualidad será más solida y constante.

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