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miércoles, 17 de enero de 2018

Matutina de Adultos : Enero 17, 2018

La oración de entrega total


«Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones». Salmo 51: I


EL ÚLTIMO VIERNES DE UNA CAMPAÑA de evangelismo público, hablé de la gracia salvadora de Cristo. Era un día especial de llamado al bautismo y entrega total. Había pasado al frente un buen número de personas, pero un joven de unos veinte años estaba de pie en la puerta del auditorio con un pequeño portafolios en la mano, luchando consigo mismo para decidir si respondía al llamado o no. El canto especial movió su corazón y empezó a caminar hacia la plataforma. Cuando llegó hasta donde estaba el grupo, cayó de rodillas, levantó las manos al cielo y clamó: «Señor, tú sabes que te he fallado; me he alejado mucho tiempo de ti. Por favor, acéptame nuevamente como tu hijo. Te entrego todo mi corazón».

Después de la oración final, me acerqué al joven. Hacía siete años que estaba alejado de Dios. La Biblia que llevaba en su portafolio era como un amuleto para él. Tenía años que no la leía. Sin embargo, al poco tiempo fue bautizado y se convirtió en un gran misionero.

Esa es la experiencia de todo aquel que entrega el corazón a Dios. No importa cómo haya sido su vida, cuán profundo haya caído, ni cuántos errores haya cometido, Dios es grande y perdonador. Cuando acudimos a él y lo reconocemos como nuestro Salvador, para que nos transforme su poder, él nos recibe con los brazos abiertos, como el padre recibió al hijo en la parábola del hijo pródigo (ver Lucas 15). Él no nos recrimina ni nos castiga por lo que hicimos. Nos envuelve en un abrazo perdonador y nos limpia con su manto de justicia para llevarnos a su hogar. Así es nuestro Dios: amoroso, comprensivo y compasivo. Nos rescata del pozo y nos lleva ante la presencia del trono de la misericordia. Entreguémonos totalmente a Dios. Digamos como el salmista: «Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones».

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