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viernes, 1 de septiembre de 2017

Matutina de Adultos : Septiembre 1, 2017

El primer hogar


EL HOGAR EDÉNICO de nuestros primeros padres les fue preparado por Dios mismo. Cuando lo hubo provisto de todo lo que ellos pudieran desear, dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza» (Gén. 1:26).


El Señor estaba complacido con este ser, el último y el más noble de cuantos había creado, y se propuso que fuese el habitante perfecto de un mundo perfecto. No quería, sin embargo, que el hombre viviera en soledad. Dijo: «No es bueno que el hombre esté solo: le hare ayuda idónea para él» (Gén. 2: 18).

Los padres y las madres que ponen a Dios en primer lugar en su familia, que enseñan a sus hijos que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, glorifican a Dios delante de los ángeles y delante del mundo, presentando una familia bien ordenada Y disciplinada, una familia que ama y obedece a Dios, en lugar de rebelarse contra él‘ Cristo no es un extraño en sus hogares; su nombre es familiar, venerado y glorificado• Los ángeles se deleitan en un hogar donde Dios es el gobernante supremo, y donde se enseña a los niños a reverenciar la religión, la Biblia y al Creador. Estas familias pueden aferrarse a la promesa: «Yo honro a los que me honran» (l Sam. 2:30). Y cuando de un
Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una «ayuda idónea para él», alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y bondad. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán. Este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior sino que más bien debía estar a su lado como su igual para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación. «Pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida». «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Efe. 5: 29; Gén. 2:24).

hogar así sale el padre a cumplir sus deberes diarios, IO hace con un espíritu enternecido y dominado por la conversación con Dios.—- El hogar cristiano, cap. 3, pp. 25-27•

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