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lunes, 14 de agosto de 2017

Matutina de Jovenes : Agosto 14, 2017

A la hoguera por hereje


‘Así que, si el HIJO los hace libres, ustedes son verdaderamente libres” (Juan 8:36 NTV).


Supuestamente, no estaba allí para quedarse. Solo estaba de paso hacia Italia, pero hizo escala en Ginebra. No tardó en ser reconocido y, ese 13 de agosto de 1533, Calvino mismo hacía arrestar a Miguel Servet, acusándolo de hereje.

Miguel Servet, llamado también Miguel de Villanueva, Michel de Villeneuve o, en latín, Michael Servetus, fue un teólogo y científico español. Sus intereses abarcaron muchas ciencias: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología, física, matemáticas, anatomía y medicina. Gran parte de su renombre se debe a su trabajo sobre la circulación pulmonar, descrita en su obra Christianismi Restitutio.

Miguel Servet fue un activo participante en la Reforma Protestante. Sin embargo, sus puntos de vista sobre la Trinidad (era antitrinitario en su cristología) y su condena del bautismo infantil hizo que fuera repudiado por católicos y protestantes por igual. Luego de ser apresado, fue sometido a juicio y condenado a la hoguera por orden del Consejo de la Ciudad y las Iglesias Reformadas de los Cantones, entre las que predominaba la influencia de Juan Calvino.

“Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo”.

La muerte de Miguel Servet originó un movimiento de reconocimiento de la libertad religiosa y de expresión de las ideas. Su ejecución escandalizó a muchos protestantes, que se oponían a la persecución de las personas por razones de fe. Los protestantes que habían sido perseguidos y martirizados por su fe, ahora se colocaban la capucha de verdugo. Sebastián Castellion realizaba esta crítica de lo que sucedió en Ginebra: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre”, Para Castellion, el fin nunca justifica los medios.

Como adventistas, creemos que se nos ha confiado la bandera de la libertad religiosa, y defendemos la libertad de conciencia y de expresión de las ideas, aun aquellas que son contrarias a las nuestras. La libertad, que Dios mismo nos ha dado, de escoger nunca puede ser coartada por aquellos que se dicen sus hijos.

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