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jueves, 31 de agosto de 2017

Matutina de Damas : Agosto 31, 2017

Osado e intrépido


«Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis» (Mateo 6: 8).


Cualquier domingo de mañana típico, la gente duerme o remolonea hasta más tarde. Es así que, en este domingo en particular, nuestra cálida reunión era una excepción. Un grupo dedicado y comprometido de seis voluntarios se negó a caer en la hipnosis de aquellas gotas de lluvia. El grupo, liderado por su amable dirigente, Lucien Ambo, aceptó el viaje de ocho horas, entre ida y vuelta, y el desafío de viajar desde Port Saint Lucie hasta el campamento en Hawthorne, para ayudar en la enorme tarea de «cambiar el rostro» al campamento.

Al subir al transporte, cargados con botellas de agua y frutas, el intrépido y entusiasmado grupo no tenía idea de todo lo que el trabajo abarcaba, El capaz conductor, el joven Ambo, se instaló en su posición, y el grupo salió de Port Saint Lucie a las 6:45 de la mañana. El resto del vecindario dormía, mientras este grupo se embarcaba en la aventura de trabajar en la viña de Dios.

Luego de dos vueltas innecesarias, el cerebro le ganó al GPS y llegamos al campamento en medio de un chaparrón. Ver al pastor Mack y a los voluntarios trabajando bajo la lluvia alentó nuestros espíritus. Pero esta necesaria «lluvia de bendiciones» fue reemplazada por cielos despejados. Estábamos entusiasmados ante las tareas necesarias para componer los exteriores y la estación de primeros auxilios. Se demostró la fuerza de los hombres del equipo cuando tuvieron que sacar arbustos tenaces, para reemplazarlos con espectaculares rosales rojos y rosados y mirtos, que crearon un diseño sereno similar a un caleidoscopio. Las damas, las hermanas Ambo, Lola y «J», también se destacaron. No cesaron de elogiar el trabajo bien hecho, y terminaron con una invitación a almorzar que distrajo y recompensó el servicio persistente y desinteresado.

El increíble final del día se destacó por la claridad. Estábamos contentísimos, aunque exhaustos; pero no hubiéramos cambiado nada de aquel día. Nuestro Padre celestial preferiría que confiáramos en él ante las idas y venidas de la vida’ antes que solo al final del viaje. Él ya conocía el final desde el comienzo, y sabía que quedaríamos satisfechos con los resultados. Encontramos pruebas de esto en Jeremías 29: l l: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes planes de bienestar» (NVI).

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