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miércoles, 7 de junio de 2017

Matutina de Jovenes : Junio 7, 2017

La herida mortal


“Les ordenó que hicieran una gran estatua de la primera bestia, la que estaba herida de muerte y después volvió a la vida” (Apocalipsis 13:14 NTV).


El Tratado de Letrán, o Pactos Lateranenses, fueron una serie de acuerdos firmados por el cardenal Pietro Gasparri, secretario de Estado de la Santa Sede, en nombre del papa Pío XI, y el primer ministro de Italia Benito Mussolini. Firmado el 11 de febrero de 1929, recién fue ratificado el 7 de junio por el Parlamento italiano. Al proporcionarse reconocimiento mutuo entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede, reconocían a esta última como Estado soberano, sujeto de Derecho Internacional.

Anteriormente, el Reino de Italia había absorbido los Estados Pontificios, gobernados por el Papa hasta 1870, en el proceso de Reunificación Italiana; en consecuencia, el Papa y la Santa Sede quedaron sometidos a la soberanía italiana en lo práctico, lo que generó un ambiente hostil entre la Iglesia Católica y el Estado italiano.

Con el tratado de Letrán, el gobierno de la Italia fascista de Mussolini reconocía a la Santa Sede como Estado independiente, con facultades de autogobierno y con opción de establecer relaciones diplomáticas. Así, se restauraba el carácter de Estado soberano para una porción territorial de Roma, ocupada físicamente por la Santa Sede y, por lo tanto, para la Iglesia Católica. Al restablecerse el territorio que antes había pertenecido a los Estados Pontificios, y el reconocimiento de la Santa Sede como Estado del Vaticano, la Iglesia Católica recuperaba gran parte de lo que había perdido siglos anteriores. Ante este renacimiento del poder de la Iglesia, muchos se volcaron a las profecías para corroborar si simbolizaba algún evento profético.

El protestantismo interpretó que la captura y el exilio forzado del papa Pío VI era la “herida como de muerte” (Apoc. 13:3, 12), asestada al papado luego de un período de supremacía papal de 1.260 años (11:3; 12:6), o “cuarenta y dos meses” proféticos (11:2; 13:5) , o “tiempo, tiempos y medio tiempo” (Dan. 7:25; 12:7; Apoc. 12:14): un mismo período profético que comenzó en 538 y finalizó en 1798, con el apresamiento del papa Pío VI por el general Berthier, respondiendo a Napoleón Bonaparte,

Así, cuando en 1929 la iglesia romana recuperó parte del poder temporal perdido, muchos creyeron que se trataba del sanamiento de la herida como de muerte de Apocalipsis 13. Sin embargo, recordemos que en 1798 culminó el proceso de pérdida de autoridad y poder político del papado, especialmente el poder de perseguir y matar a los herejes (Apoc. 13:7), facultad que recuperará al sanar verdaderamente su herida.

Estudia las profecías. Así estarás preparado para los momentos solemnes que estamos por vivir. MB

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