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jueves, 29 de junio de 2017

Matutina de Jovenes : Junio 29, 2017

Paseando por San Francisco


‘Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre’ (Isaías 13:12)


Y un día, la paz del pequeño poblado se llenó de seres extraños, que provenían de diversos lugares. Estamos en California, más precisamente, en San Francisco, en el año 1848. La gente llegó a ese lugar porque allí se ha despertado la “fiebre del oro”, un período de migración desordenada, pero masiva, de trabajadores que iban en busca del precioso metal.

Los cambios fueron grandes. En el plazo de un año, San Francisco aumentó su población de mil a 25 mil habitantes. Esta ciudad había sido fundada como una misión, llamada San Francisco de Asís, por el sacerdote Francisco Palou, un día como hoy, pero de 1776.

Por Otro lado, uno de los símbolos de San Francisco es la prisión de Alcatraz, ubicada en la isla homónima, en el centro de la bahía de San Francisco. Este lugar funcionó como prisión de máxima seguridad entre 1934 y 1963.

Y, es imposible no mencionarlo, el recorrido por San Francisco debe incluir sus muchos puentes, especialmente el Golden Gate (Puerta Dorada) que tiene 1.280 metros de longitud y está suspendido de dos torres de 227 metros de altura.

De este recorrido, se disparan tres reflexiones:

Un lugar como San Francisco, que nació con un objetivo religioso, se vio invadido luego por la comercialización y la frenética búsqueda de oro. ¿Cuáles son nuestras motivaciones y nuestras prioridades?
Todos, quizá, somos prisioneros de situaciones límite, de las cuales, pensam os, no hay salida. Desconfiamos de que Jesús pueda liberarnos de todo mal. ¿NO deseas hoy salir de ese vicio que te mantiene encarcelado?
San Francisco está en una península, y necesita puentes para que sus habitantes transiten y no estén aislados. ¿Eres tú un constructor de puentes, o te empeñas siempre en dividir, rechazar?
Hoy puede ser un día histórico. Refunda y renueva tu vida con el sublime toque transformador de Cristo.

“Pueden existir defectos notables en el carácter de una persona, pero cuando llega a ser un verdadero discípulo de Cristo, el poder de la gracia divina lo transforma y santifica” (Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, p. 416). PA

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