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jueves, 11 de mayo de 2017

Matutina de Adultos : Mayo 11, 2017

Estudiar con sincera oración


«Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza». Romanos 15: 4


LOS QUE NO QUIEREN aceptar las verdades claras y contundentes de la Biblia están siempre buscando fábulas agradables que tranquilicen la conciencia. Cuanto menos apelen las doctrinas a la espiritualidad, la abnegación y a la humildad, tanto mayor es la aceptación de que gozan. Esas personas degradan sus facultades intelectuales para servir sus deseos carnales. Se creen demasiado sabios para escudriñar las Santas Escrituras con arrepentimiento y pidiendo la dirección divina, así que no tienen escudo contra el error. Satanás está listo para satisfacer los deseos de sus corazones y poner sus tentaciones en lugar de la verdad. Fue así como el papado estableció su poder sobre los seres humanos; y al rechazar la verdad porque entraña una cruz, los protestantes siguen el mismo camino.

Todos aquellos que descuiden la Palabra de Dios para procurar su comodidad y conveniencia, a fin de no estar en desacuerdo con el mundo, serán abandonados a su propia suerte y aceptarán herejías condenables que considerarán como verdad. Los que rechacen voluntariamente la verdad terminarán aceptando todos los errores imaginables; y alguno que mire con horror cierto engaño aceptará gustosamente otro. El apóstol Pablo, hablando de una clase de hombres que «no recibieron el amor de la verdad para ser salvos», declara: «Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2 Tes. 2: 10-12). En vista de semejante advertencia, nos corresponde ponernos en guardia con respecto a las doctrinas que recibimos.

Entre las trampas más temibles del gran seductor figuran las enseñanzas engañosas Y los falsos milagros del espiritismo. Disfrazado como ángel de luz, el enemigo tiende sus redes donde menos se espera. Si tan solo los seres humanos quisieran estudiar las Escrituras, orando fervientemente por comprenderlas, no serían dejados en las tinieblas para recibir doctrinas engañosas. Pero como rechazan la verdad, resultan presa fácil para la seducción.

Otro error peligroso es el de la doctrina que niega la divinidad de Cristo, y asevera que él no existió antes de su venida a este mundo. Esta teoría encuentra aceptación entre muchos que profesan creer en la Biblia y, sin embargo, contradice las declaraciones más positivas de nuestro Salvador en cuanto a sus relaciones con el Padre, a su divino carácter y a su preexistencia.— El conflicto de los siglos, cap. 33, pp. 514-515.

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