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miércoles, 22 de marzo de 2017

Matutina de Jovenes : Marzo 22, 2017

Agua no contaminada


¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:37, 38).


Hoy se celebra el Día Mundial del Agua. Propuesto por las Naciones Unidas desde 1992, el día se enfoca en la importancia del agua dulce (apta para beber) y aboga por la administración sustentable de este recurso.

En términos de consumo, la agricultura es responsable por el 70% de todo el consumo de agua dulce, COMPARADO con 20% de la industria y el 10% para el uso doméstico.

La extracción de agua dulce se ha triplicado en los últimos 50 años. La demanda de agua dulce se incrementa cada año en 64 mil millones de metros cúbicos (1 m3 equivale a 1.000 litros). La población mundial está creciendo en cerca de 80 millones de personas cada año. Los cambios en el estilo de vida y los hábitos alimenticios de los últimos años hacen que se requiera más consumo de agua per cápita.

La producción de biocombustible también se ha incrementado rápidamente en las décadas recientes, con un impacto significativo en la demanda de agua dulce. La demanda de energía también se está acelerando, con las correspondientes implicaciones para la demanda de agua.

Casi el 80% de las enfermedades de los así llamados países “en desarrollo” están asociadas con el agua y son la causa de unas tres millones de muertes prematuras. Por ejemplo, 5,000 niños (o uno cada 17 segundos) mueren diariamente por diarrea. Fuentes de Unicef y de la Organización Mundial de la Salud estiman que, al menos, 1,800 millones de personas beben agua que está contaminada por materia fecal.

El agua es imprescindible para la vida humana. Sin agua, el ser humano no podría sobrevivir más que unos pocos días, con suerte. Y de la misma manera en que el ser humano no puede sobrevivir sin el agua física, espiritualmente estamos muertos a menos que obtengamos a Cristo, el “agua de vida”: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:1 3, 14). Sí, Jesús es el Agua viva, que trae vida eterna a todo aquel que lo reciba.

Lo triste es que, al igual que con el agua potable, millones en el mundo mueren sin recibir el agua que puede darles vida eterna. O buscan en las cisternas rotas de este rnund0) donde solo pueden encontrar agua contaminada.

Hoy, decide beber el agua que Cristo te ofrece, y compartir esta bendición con los que te rodean. MB

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