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lunes, 20 de febrero de 2017

Matutinas de Damas : Febrero 20, 2017

«Mis Designios Sobre Vosotros»


«Yo conozco mis designios sobre vosotros.
Son designios de bienestar, no de desgracia, pues os ofrezco un futuro y una esperanza» (Jeremías 29: 11 LPH).


Nuestro vehículo serpenteaba por la carretera, oscurecida por la niebla, la lluvia y un barro tan abundante que temía que íbamos a quedar atascados. ¿por qué había venido a esta remota parte de Papúa Nueva Guinea a compartir la Palabra de Dios? Había perdido el rumbo de mi vida en los dos años previos. Una crisis post divorcio me había llevado a perder la fe y la esperanza en que Dios tenía buenos planes para mí. No obstante, cuando me pidieron venir a estas remotas y peligrosas tierras, Dios renovó mi fe en sus promesas.
Ahora me encontraba viajando por zonas en las que no se había construido ninguna carretera nueva en treinta años. Muchas personas no se habían aventurado más allá de sus pueblos por falta de medios de transporte. Sonreí a los gritos de «white merri» (mujer blanca) cuando la gente entrevió mi cara por la ventanilla. Yo sabía que Dios me había traído aquí por algún motivo. La primera noche dormí en el suelo de una habitación apenas lo bastante grande para que cupiera yo, mi bolsa de viaje y la cama. Cené en la cocina portátil, donde se preparaba la comida directamente encima del fuego.
Cuando me levanté poco después del alba y fui al río a bañarme, dos mujeres se me unieron. Parecían entusiasmadas de que yo estuviera allí con ellas, y pronto supe por qué. Me contaron que habían orado para que alguien viniera a hablarles de Dios. Aludieron a sueños que habían tenido en los que me veían llegando a su pueblo. Por sus sueños sabían que me quedaría en la casa de la familia pastoral e intervendría en su iglesia. Una dijo: «Yo no creía al ángel de mi sueño porque ninguna mujer blanca querría venir a este lugar remoto a vivir como nosotros. Solo me lo creí cuando la vi a usted salir del vehículo ayer».
Escuché con asombro a esas dos entusiastas hijas de Dios, devotas de la oración. Recorrí mentalmente mi vida y me maravillé de que Dios, por medio de mi divorcio y de mi reciente pérdida de fe, hubiera cumplido sus planes para mí• Me dio una esperanza y un futuro, en lugar de reprocharme nada. Más tarde, cuando viajé de regreso a casa, supe que nunca volvería a dudar de su amor ni de su dirección en mi vida.
                                                                                                                

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