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jueves, 9 de febrero de 2017

Matutina de Jovenes : Febrero 9, 2017

Un Acto De Resistencia


“Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 79:18).



Hace unos días hablamos de esos eventos en la historia mundial que podrían hacer que perdiéramos la esperanza en la humanidad, tal como el Holocausto, esa matanza de judíos, gitanos, discapacitados y toda otra minoría opositora a los ideales de una Alemania puramente aria. Pero, también están esas acciones que, aunque pequeñas, traen esperanza de cordura y resistencia ante tanta locura y esquizofrenia de masas.

Tal fue el caso del Café Alcázar, en Ámsterdam, Holanda. A fines de 1948 y comienzos de 1949, rigieron una serie de medidas destinadas a presionar y discriminar a los judíos. Se obligó a restaurantes, cafés y otros lugares públicos a colocar un cartel que decía: “Prohibida la entrada a judíos”. Sencillamente, el dueño del café decidió no ser cómplice de la esquizofrenia que se había apoderado de las masas no solo en Alemania, sino también en los Países Bajos.

El 9 de febrero de 1941, un grupo de paramilitares del Movimiento Nacional Socialista holandés atacó y, prácticamente, destruyó el Café Alcázar por negarse a colocar el cartel discriminador. Fue un episodio triste para quien decidió ir contra la marea y permanecer del lado del bien sin importar las circunstancias. Sin embargo, el dueño de este café no estuvo solo. A lo largo del predominio nazi, no solo en Alemania sino en gran parte de Europa, cientos de personas arriesgaron su vida para salvar a miles de judíos y otras minorías que estaban bajo exterminio programado.

Entre varios adventistas, destacamos a Jean Weidner, francés, quien rescató a más de 800 judíos y 300 miembros de la resistencia, mediante una red subterránea llamada “Dutch-Paris”. Así, contrabandeó judíos y oponentes al régimen nazi desde Holanda y Francia hasta Suiza y España, vía Bruselas y París. Weidner recibió las condecoraciones Cruz de la Guerra, Caballero de la Legión de Honor y Justo entre las Naciones, entre otras.

El aparentemente inútil intento de detener el mal, como intentar retener el agua entre las manos, se convirtió en una poderosa red de personas que se atrevió a resistir el mal y a salvar la vida de miles de seres humanos.

Esa misma sensación de soledad contra el mal experimentó Elias en su exilio forzado en el desierto, tras oponerse a la malvada reina Jezabel. Pero, Dios le hizo ver que él todavía tenía una legión de hombres fieles, capaces de permanecer leales contra viento y marea. Hoy, no temas jugarte por la verdad. Atrévete a llamar las cosas por su nombre. Resiste el mal con el bien. Recuerda: no estás solo; hay otros “siete mil que no doblarán sus rodillas”.

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