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jueves, 9 de febrero de 2017

Matutina de Damas : Febrero 9, 2017

Mensajes De Dios



“Pregunta ahora a las bestias y ellas te enseñarán” (Job 12:7).



Decir que a mi hermana, Tibby, le encantan los animales sería quedarme corta. Tiene una comprensión y un respeto por los animales mayores que cualquier otra persona que yo haya conocido jamás. Ha rescatado y encontrado hogar para muchos animales, y recientemente se pasó dos años domesticando a siete gatos salvajes. Cedió su dormitorio durante seis meses, trabajando paciente y amorosamente con ellos a fin de desarrollar lazos especiales. Ahora se duermen en su regazo y en el de su esposo, y disfrutan viviendo en el interior de la casa con ellos. Tibby siempre ha visto a Dios a través de la naturaleza, y piensa que el Señor nos da vislumbres de sí mismo por medio de los animales que ha creado (ver Rom. 1:20).

Esto nunca fue más evidente que a primeras horas de la mañana del 22 de febrero de 2008.

Nuestra querida madre se aproximaba al final de su vida. Tres años antes, mamá había venido a vivir con nosotros después de que mi maravilloso esposo, Steven, rematara el piso de abajo para ella. ¡Qué alegría tenerla viviendo allí!… Mi hermana y su esposo viven a solo unos minutos, así que, todos podíamos pasar con mamá momentos especiales, que siempre recordaremos.

Un triste día, solicitamos al hospital cuidados paliativos para mamá. Hacia las cuatro de la mañana siguiente, Steven y yo bajamos las escaleras para estar con ella. A esa misma hora, un suave sonido animal despertó a Tibby en su casa. No era un aullido ni un gimoteo, sino un audible “¡Guau!” Mi hermana miró hacia fuera de su dormitorio y vio dos grandes y hermosos perros blancos, que nunca había visto antes. Justo bajo su ventana, levantaban la vista hacia ella. Se deslizó afuera y ellos se acercaron tranquilamente, sin dejar de mirarla. Tibby sentía la serena convicción de que el amor de Dios la rodeaba. En realidad, desde que se iniciara el deterioro de la salud de mamá, venía experimentando el sentimiento de que el Señor la confortaba. Por eso, cuando la llamamos a las cinco de la madrugada para decirle que el fin estaba cerca, Tibby no se sorprendió. Nuestra madre falleció en paz a las 6:09 de esa mañana, con su amorosa familia rodeándola. Los dos perros blancos nunca volvieron a la casa de mi hermana.

Solo cuando Jesús regrese y estemos en nuestro hogar celestial, comprenderemos plenamente todos los hechos asombrosos que han tenido lugar sobre esta tierra, y todos los mensajes de esperanza y consuelo que nuestro Padre celestial nos ha enviado. Y tendremos toda la eternidad para escuchar a Jesús contándonos el resto de esas historias.

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